apocrypha73 (![[personal profile]](https://www.dreamwidth.org/img/silk/identity/user.png)
apocrypha73) wrote2009-01-26 10:20 pm
apocrypha73) wrote2009-01-26 10:20 pm
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Y sigo repartiendo regalos con retraso (pero al menos he conseguido acabar dentro del mes de Enero)
Es lo que pasa, que aunque a veces parezca que escribo mucho, en realidad tengo muy poco tiempo para ello, y por eso un fic que podría haber terminado en tres días me ha llevado semanas.
Así que, para![[livejournal.com profile]](https://www.dreamwidth.org/img/external/lj-userinfo.gif)
denisitap y con muchísimo retraso, algo que ella me pidió expresamente que escribiera. Sólo espero que después de retrasarme tanto, al menos el fic no te decepcione.
Título: Rojo Pasión (tercero en discordia junto a Rojo Sangre y Rojo Fuego, continúa justo donde acabó éste último)
Fandom: Supernatural
Pairing, o mejor dicho OT3: Dean/Ruby/Sam (El orden está puesto a propósito, es un trío sin wincesto. Lo siento, denisse, sé que a ti te habría gustado más con wincesto, pero en esta historia no me pegaba)
Rating: Para mí que NC-17 se queda corto. ¿Hay un NC-21 o algo así?
Spoilers hasta el 4x10
Summary: Venga ya, en serio, con todas las pistas que os he dado ¿todavía no os hacéis una idea de qué va el fic?
Rojo Pasión
por apocrypha73
Dean sabía que aquello era una mala idea. Lo había sabido desde el momento en que vio a Ruby caminar hacia él con aquel contoneo de caderas que estaba seguro de que era ilegal en varios estados. Sin embargo eso no había impedido que se lanzara a ello de cabeza.
No sabía muy bien por qué. No fue por su físico, desde luego. En fin, sí, la chica que vestía estaba muy buena, no podía negarlo. Los ojos oscuros y enormes, la melena salvaje, el cuerpo lleno de suaves curvas y esa boca que parecía hecha expresamente para besar no eran cosas a las que Dean Winchester hiciera ascos en ninguna circunstancia, pero no bastaban para hacerle olvidar que lo que había dentro era un demonio.
No fue por lo que Sam le había contado. Puede que al escuchar la historia por primera vez se hubiera descubierto sintiendo una especie de morbosa excitación que le había dejado horrorizado y asqueado de sí mismo, pero eh, él era humano, al fin y al cabo. Y un tío para más señas. Cuéntale a un hombre un cuento de sexo desesperado como ése y luego pídele que todas sus zonas corporales se mantengan indiferentes. A ver si tienes suerte.
Tampoco fue porque Ruby hubiera sido la primera en darle un argumento al que de verdad podía agarrarse para no volverse loco. Eso lo apreciaba, desde luego, sobre todo porque la demonio no tenía por qué molestarse en ayudar a un tipo que todavía, en el cómputo general, se había dirigido a ella más veces llamándola zorra que por su nombre. Le estaría eternamente agradecido por la pequeña charla que habían mantenido un rato antes, pero no fue por eso.
Si lo pensaba bien, la respuesta era sencilla. Fue porque al mirarla, le pareció estar contemplándose en un espejo. Porque la clase de rabia que vio reflejada en sus ojos era la misma que le había estado consumiendo a él durante casi toda su vida, y mucho más desde que volviera de entre los muertos. El mismo vacío interior, el mismo desprecio hacia su propia persona. Y de pronto Dean sintió que quería coger toda esa rabia y ese dolor y borrarlos de aquellos ojos como mejor sabía: con sus manos, con su boca, con todo su cuerpo.
Fue, en suma, porque Dean sabía exactamente cómo se sentía Ruby. Y sabía qué era lo que Ruby necesitaba, porque era lo mismo que él necesitaba.
Por un momento había creído que Anna le daría ese algo, pero la chica había estado demasiado concentrada en experimentar al máximo su última noche de pasión terrenal como para ser consciente de nada más, especialmente de los sentimientos de Dean. A él no le había importado entonces, de hecho se había sentido tan agradecido de que ella fuera capaz de tocarle a pesar de saber lo que había hecho en el infierno que ni siquiera se lo planteó. Dean sólo creía poseer una cosa que mereciera la pena ofrecer: su cuerpo, su habilidad para proporcionar placer. Y se lo había entregado todo de buena gana a la joven, como una ofrenda presentada ante un altar a cambio del perdón que tanto ansiaba.
Después, sin embargo, había descubierto que seguía sintiéndose tan vacío como antes. O puede que más.
Con Ruby, en cambio, era completamente distinto. Con ella, y eso sí que era noticia, se sentía al mismo nivel. Si le hubieran dicho sólo una semana antes que algún día miraría a la demonio como a un igual, y que no sería porque su autoestima hubiera hecho un picado otra vez, sino porque ella hubiera ascendido ante sus ojos, seguramente habría llamado al manicomio más cercano. Sin embargo, allí estaba. Y no sólo eso. Dean había podido comprobar que, una vez que Ruby quedaba fuera de la categoría de hija de puta malvada y mentirosa que correspondía a los demonios, resultaba muy fácil desearla. Tal vez demasiado.
Dean aún no podía creer que se hubiera distraído tanto besándola como para no oír el motor del Impala al acercarse a la casa, cuando llevaba ese sonido tan metido en la sangre como el acto reflejo de comprobar dónde estaba Sammy en cada momento. Sin embargo, ambos instintos le habían fallado estrepitosamente. Era algo tan raro que Dean no estaba muy seguro de que en el fondo no hubiera sido intencionado. Quizá había una parte oscura y clandestina de él que quería que Sam les pillara, casi literalmente, con los pantalones bajados. Quizá porque estaba harto de preguntarse hasta qué punto estaba su hermano implicado con Ruby y no atreverse a plantearle el tema.
Y allí estaba Sam junto a la puerta, petrificado como lo estaban los otros dos, y ahora que tenía la ocasión de valorar su reacción, Dean casi tenía miedo de hacerlo. No estaba preparado para soportar que Sam tuviera un arrebato de celos por Ruby, pero tampoco estaba seguro de que fuera preferible que le diera igual.
Aparentemente, Ruby tampoco lo tenía muy claro. A juzgar por lo tensa que se había quedado y por la expresión con que le miraba, la reacción de Sam le importaba, y mucho. Dean notó claramente que el primer impulso de la demonio fue apartar los brazos de su cuello y alejarse de él, pero se obligó a no hacerlo y quedarse quieta, esperando. Sin mostrarse culpable ni arrepentida, sin ofrecer una explicación o alguna patética excusa, como si quisiera enviarle a Sam el mensaje de que no le debía ninguna. Sin embargo el cazador la sentía casi vibrar bajo sus manos, tal era el esfuerzo que le estaba costando no moverse. Ruby estaba intentando demostrar algo, o comprobar algo. O tal vez ambas cosas.
Dean sabía hacerse el tonto muy bien, pero no lo era. Y si había un tema en el que fuera doctor Honoris Causa, aparte de la caza y las películas de serie B, eran las mujeres. Ruby no se le había acercado porque se sintiera sola y hubieran estrechado lazos compartiendo sus experiencias en el infierno. Tenía otros motivos, y estaban más relacionados con Sam de lo que ella había intentado hacerle creer. Y ahora estaba ahí, rígida y desafiante, esperando ver por qué lado le estallaba en las manos la bomba de relojería que había armado.
Lo más sorprendente de todo fue que no estalló.
Sam no se enfadó, aunque tampoco se podría decir que permaneciera indiferente. Su rostro reflejaba algo casi parecido al alivio, y durante un histérico segundo Dean creyó que de un momento a otro su hermano iba a decir "Ah, menos mal, por fin habéis encontrado una manera de dejar de pelear", o cualquier otra cosa igualmente absurda.
Sin embargo, al cruzar la mirada con él, Dean comprendió que la calma de Sam tenía un significado mucho más profundo. En los ojos del menor de los Winchester había una expresión que hablaba de camaradería y victorias compartidas, de la durísima batalla que los tres habían luchado ese día, y de cómo habían sobrevivido trabajando en equipo. De cómo habían esquivado a la muerte por los pelos, y lo habían logrado juntos. Los tres. Y tal vez tenía sentido que cuando por fin había llegado el momento de celebrar que seguían en pie, también fuera un asunto entre los tres. Dean intuyó que, de haber encontrado a Ruby en los brazos de cualquier otro que no fuera su hermano, Sam se habría sentido traicionado y la habría despreciado para siempre, pero con Dean, lo aceptaba.
Lo cual demostraba lo muy, pero que muy jodidas que estaban sus vidas.
Y eso le llevaba a otra cuestión: si lo que unía a Dean y a Ruby era que los dos estaban igual de dañados, tal como él mismo había dicho, Sam no se quedaba atrás. El mayor estaba tan acostumbrado a mantenerle siempre protegido que a veces se le olvidaba que su hermano ya no era el equilibrado de la familia, el muchacho sano e independiente que se había marchado a Stanford para tener una vida normal. Sammy se culpaba de la muerte de su madre, de su padre, del propio Dean, y para colmo también de lo que éste último había sufrido en el infierno. Todavía le atormentaban las muertes de Jess y Maddison, como si él fuera responsable por el mero hecho de haberlas tocado, y quién sabía si era por eso que la única mujer con quien se había acostado desde entonces fuera un demonio. ¡Hasta tenía sangre de demonio en las venas, por Dios bendito! Cualquier otro que no llevara el apellido Winchester estaría agazapado en un rincón de una habitación acolchada, cazando moscas invisibles. Sam aparentaba estar entero, pero la realidad se hallaba muy lejos. Era un tema del que nunca hablaban, pero Dean sabía que Sam pensaba en secreto que la vida de su hermano habría sido mucho mejor si él no hubiera llegado a nacer (y nunca hablaban de ello porque si alguna vez lo hicieran, Dean tendría que partirle la cara por imbécil).
O sea que sí, Sam estaba tan roto por dentro como los otros dos, o más. Los tres arrastraban heridas profundas, y quizá la única forma de aliviarlas fuera tratar de curárselas mutuamente.
Por todo eso Dean se encontraba considerando seriamente hacer algo que jamás en toda su vida habría aceptado antes: compartir una chica con su hermano. Y francamente, esa idea debería asustarle muchísimo más de lo que en realidad le asustaba.
Sam dejó lentamente la bolsa y las llaves sobre la superficie horizontal más cercana, como si temiera que cualquier movimiento brusco pudiera hacer huir a Ruby. Y parecía posible, porque la demonio seguía tan tensa como un arco a punto de disparar. Dean la vio seguir con los ojos cada uno de los movimientos de Sam, a medida que éste se acercaba, y durante un instante fue el mayor de los hermanos quien se sintió como un intruso al ver el ardor con que se miraban los otros dos. Pero luego Ruby se volvió hacia él, asustada y con una muda súplica en el rostro, como si Dean fuera su última línea de defensa y temiera que fuera a dejarla sola con Sam, y al cazador se le escapó todo el aire de los pulmones al darse cuenta de cuál era la verdadera magnitud de los sentimientos de la demonio.
Dean no estaba seguro de sentirse cómodo con la idea de que su hermano pequeño fuera el objeto de algo tan intenso por parte de una criatura del infierno, pero ésa era una reflexión que tendría que dejar para más adelante. De momento, lo que sí tenía claro es que su propia forma de considerar a Ruby había cambiado radicalmente esa noche, y tal vez para siempre.
Sam llegó hasta ellos y colocó con delicadeza una de sus enormes manos sobre el hombro femenino. El gesto sacó a Dean de sus pensamientos y le hizo tomar conciencia de que realmente estaba a punto de adentrarse con su hermano en un terreno desconocido y peligroso. No es que le entrase el pánico de repente, o que le surgieran dudas, porque... la verdad, su vida había dado tantas vueltas de campana últimamente que lo impensable se había convertido en rutina, y Dean tenía la convicción de que si alguna vez llegaba al final de aquella montaña rusa sería entonces cuando realmente se marearía. Esto con Sam y Ruby sólo era un vuelco más. Aun así, se obligó a mirar a su hermano a los ojos y preguntar:
- ¿Estás seguro, Sammy?
- Sí, lo estoy- respondió él sin dudar, la voz ligeramente ronca y las pupilas dilatadas de impaciencia, y Dean arqueó las cejas, empezando a replantearse el concepto de buen chico que todavía tenía de su hermano menor. Un día de éstos iban a tener que mantener una conversación de hombre a hombre.
- ¿Y tú?- preguntó entonces volviéndose hacia Ruby, y al asentir ella, Dean dejó de pensar y se inclinó para besarla.
Ruby entreabrió los labios, complaciente, dejándole llevar el ritmo esta vez, y el hombre la sujetó con una mano en su nuca, el pulgar acariciándole con suavidad la mejilla, y la inclinó ligeramente para poder profundizar el beso. Empezó despacio y sensual, para ir haciéndolo cada vez más apasionado, besándola de aquella manera que nunca le fallaba cuando quería dejar a una chica sin respiración y dispuesta a dejarle hacer absolutamente todo lo que quisiera con ella. Desorientada y sin acordarse ni de su propio nombre. Oyó la respiración de Sam agitarse cada vez más y era extraño, esto de hacerlo con público, pero... se trataba de Sammy, que prácticamente lo había visto todo sobre él y le conocía mejor que nadie en todos los aspectos salvo en ése. El pudor no tenía lugar ahí. Y en cierto modo era excitante pensar no sólo en complacer a la mujer, sino también en ofrecer un buen espectáculo mientras lo hacía.
Se giró un poco para facilitarle un mejor ángulo de visión a Sam mientras recorría con los labios y la lengua el esbelto cuello de Ruby, bajando hasta la clavícula, disfrutando del estremecimiento que la recorrió a ella y de la perversa sensación de exhibicionismo que lo hacía todo más intenso. Cogió a Ruby en peso y la bajó de la mesa, poniéndola de pie delante de él, y luego la hizo dar la vuelta, para que quedara mirando hacia Sam. Se pegó a la espalda de ella, una mano apoyada en su cintura y con la otra le apartó la melena hacia un lado y siguió besándole el cuello mientras le quitaba la chaqueta de cuero, que quedó abandonada en el suelo. Sam cogió una silla y se sentó delante de la demonio, que temblaba de arriba abajo entre las caricias de un hermano y la mirada del otro, muy quieta. Dean levantó el borde de la camiseta de ella y la subió lentamente hasta sacarla por encima de su cabeza. Le quitó el sujetador, acariciándole suavemente los brazos mientras bajaba los tirantes y, aun sin verle la cara, la sintió enrojecer bajo la mirada ardiente de Sam, que recorría cada centímetro de piel expuesta como si estuviera pensando en devorarla.
Dean se deshizo de su propia chaqueta, camisa y camiseta en menos de cinco segundos, y atrayendo a Ruby de nuevo contra su pecho, le mordisqueó el lóbulo de la oreja mientras se maravillaba del calor que despedía la espalda femenina contra su piel. Sam se puso de pie, quitándose la chaqueta y la camisa mientras lo hacía, y enmarcando el rostro de Ruby con sus manos, la besó mientras Dean subía por la curva de la cintura de ella hasta sus pechos, pequeños y firmes, que se endurecieron al primer roce. La demonio dejó escapar un gemido que se perdió dentro de la boca de Sam, y una de sus manos subió hasta aferrarse al bíceps del hermano menor mientras la otra iba hacia atrás para agarrarse al cuello de Dean como si fuera su salvavidas.
En perfecta sintonía, las manos de Sam sustituyeron a las de Dean sobre los senos de Ruby mientras el mayor se ocupaba en desabrocharle los vaqueros a la demonio, meter una mano entre sus pliegues y hacer que ella arqueara la espalda y abriese más las piernas, tratando desesperadamente de aumentar el contacto. Entre los dos la hicieron retorcerse y gemir con abandono, y en pocos minutos la sintieron estremecerse bajo las convulsiones de un intenso orgasmo que la dejó casi sin fuerzas, teniendo que apoyarse en Dean para mantenerse de pie.
- Sam, mi bolsa- murmuró el mayor, sosteniendo a la demonio con un brazo alrededor de su torso con cuidado de no presionar sobre sus heridas, y su hermano puso cara de no haber entendido una sola palabra. Dean enfatizó con un movimiento de cejas lo que quería decirle y entonces reaccionó, fue hasta donde estaba la mochila y rebuscó en su interior hasta encontrar un condón. Mientras, Dean ayudó a Ruby a terminar de desnudarse y se deshizo también de lo que quedaba de su propia ropa.
Todavía a su espalda, el hombre la besó con suavidad en la sien y le mordisqueó la oreja, y ella giró la cabeza para mirarle. Tenía los labios hinchados de habérselos mordido para no gritar y las mejillas encendidas, y los ojos le brillaban con la promesa de devolver todo el placer que había recibido. Muchas mujeres habían mirado así a Dean, satisfechas y dispuestas a darle lo que quisiera pedirles, sin tener ni idea de que él no había hecho más que empezar a extraer de sus cuerpos todo el éxtasis que eran capaces de sentir. Ruby tampoco lo sabía, pero estaba a punto de descubrirlo.
Dean la condujo suavemente hasta una silla, se sentó y la colocó sobre su regazo dándole la espalda. Escogió deliberadamente esa postura para que las heridas recién vendadas que Ruby tenía en el vientre sufrieran el menor roce posible, pero también para que Sam pudiera mirarla y tocarla a su antojo mientras la demonio le montaba. Cogió el condón que Sam le tendía y se lo puso con rapidez, y un beso en el cuello fue la única advertencia que Ruby tuvo antes de que Dean la sujetase por las caderas y la penetrase en un solo movimiento. Se le escapó un gemido obsceno al sentirse envuelto de pronto en ese increíble calor, y bajó la cabeza hasta apoyar la frente sobre la espalda de la demonio. Intentó controlar el movimiento reflejo de sus caderas pero la sensación de estar profundamente enterrado en aquel cuerpo cálido, suave y estrecho era demasiado intensa. Tenía que moverse, y casi contra su voluntad empezó a embestir suavemente dentro de ella, ajeno a todo lo que no fuera el tacto sedoso de su piel.
Cuando levantó la cabeza vio a Sam arrodillado frente a Ruby, desnudo de cintura para arriba y con los pantalones desabrochados colgando precariamente de sus caderas. Le estaba acariciando los pechos con la lengua y las manos, y Ruby tenía los dedos enterrados en el pelo de él con tanta fuerza que probablemente le estuviera haciendo daño, pero a Sam no parecía importarle lo más mínimo, a juzgar por el entusiasmo con que se entregaba a su tarea. La demonio arqueó la espalda y empezó a soltar incoherencias en un idioma que podría haber sido cualquier cosa desde latín a gaélico, resultaba difícil identificarlo. De lo único que Dean estaba seguro era de que sonaba increíblemente erótico. Lástima que Sam eligiera ese preciso momento para erguir la cabeza y besar a Ruby en la boca, una y otra vez, convirtiendo su letanía en una serie de jadeos intermitentes.
Dean se dio cuenta de que una de las manos de Sam descendía para acariciar más íntimamente a Ruby y le dirigió una mirada de advertencia (Cuidadito con lo que tocas por ahí abajo), a la que su hermano respondió con otra igual de elocuente (¿Te crees que no lo sé?), y Dean estuvo a punto de echarse a reír de un modo totalmente inoportuno cuando le cruzó por la mente la estrafalaria idea de que en el sexo, como en la caza, Sam y él formaban un equipo perfecto y se entendían sin necesidad de hablar. Todo un tema de conversación para matar las largas horas de aburrimiento en el Impala. Afortunadamente se controló a tiempo, y al momento siguiente Ruby se encargó de quitarle las ganas de reír cuando empezó a rotar sus caderas y contraer sus músculos internos.
Dean supo que no iba a aguantar mucho más si ella seguía a ese ritmo, así que deslizó una de sus manos hacia delante, hacia el vientre de Ruby, justo por encima de donde nacían sus rizos oscuros, y presionó con suavidad para asegurarse de que con cada embestida rozaba ese punto especial dentro de ella. El grito ahogado que se escapó de la garganta femenina le dijo que había acertado, y se concentró en mantener el ángulo exacto para seguir estimulando incesantemente ese lugar mientras Sam la acariciaba y besaba por todas partes.
Ruby estaba cerca, muy cerca, Dean podía sentirlo en el modo en que se iba abandonando cada vez más a las caricias de ambos hermanos, ondulando las caderas para salir al encuentro de sus embestidas y de los dedos de Sam en un ritmo perfectamente sincronizado. Echó la cabeza hacia atrás, apoyándola sobre el hombro del mayor y dejando expuesta la larga línea de su cuello para que el otro hermano la recorriese con la lengua y los dientes, como un depredador marcando su territorio. Con los ojos cerrados, las manos crispadas sobre los antebrazos de Dean, entregada, rendida y sin voluntad.
- Mírate- le susurró Dean al oído-, tan suave y dócil... Apuesto a que Lilith y los suyos nunca te han visto así, o no te habrían dejado marchar. No, esto es sólo para Sam y para mí, ¿verdad? Eso es, preciosa. Déjanos ver cuánto te gusta.
Tal como esperaba, esa voz indecente terminó de deshacerla, y Ruby se convulsionó frenéticamente, emitiendo un grito ahogado y contrayéndose deliciosamente alrededor de Dean. Tres o cuatro golpes de cadera más y él la siguió, dejándose inundar por la poderosa oleada de placer que durante los maravillosos segundos que duró consiguió barrer el miedo, la culpa, la soledad y la rabia. Se sintió estallar en mil pedazos y recomponerse uno a uno, completo por una vez en su vida.
Dejó caer la frente sobre la espalda de Ruby, agotado, respirando a grandes bocanadas mientras su corazón trataba de recuperar un ritmo normal, pero la sintió moverse con impaciencia y entonces recordó que su hermano todavía no había terminado. Por suerte ella no lo había olvidado, y apartando de un empellón la mano que Sam había bajado hasta su propia entrepierna, tironeó de él hasta ponerle en pie, le bajó los pantalones y le tomó en su boca con tanta rapidez que él se tambaleó y tuvo que apoyarse en los hombros de Dean para no caer.
- ¡Jod...! ¡Ah!- exclamó, medio ahogado, y el mayor se inclinó disimuladamente hacia un lado porque... ¿Esos labios, cerrados alrededor de...? O sea. Eso tenía que verlo. Y puede que acabara de tener un orgasmo un par de segundos antes, pero la imagen hizo que su miembro todavía diera un valiente espasmo dentro del cuerpo de Ruby. No le sorprendió que Sammy apenas durase medio minuto a ese ritmo. ¿Quién podía culparle?
Lo cual no le iba a impedir meterse con él hasta el infinito por ello, claro.
Sam cayó de rodillas otra vez, enterrando el rostro en el hueco del cuello de Ruby y rodeando con sus brazos tanto a ella como a su hermano, mientras la demonio le acariciaba el pelo. Los tres permanecieron hechos un ovillo durante un momento, satisfechos y recuperando el aliento. Dean se sintió escapar del cuerpo de Ruby y ella se estremeció. Volvió la cara hacia él con la mirada lánguida y los párpados pesados, y el cazador frunció el ceño en respuesta.
- A mí no me mires, no pienso besarte hasta que te hayas lavado los dientes- le dijo con una expresión de horror fingido.
Fue Sam el primero en romper a reír, perezoso y casi con desgana contra la piel de ella. Dean le siguió y hasta Ruby se contagió poco después, con lo que cualquier posible momento incómodo que pudiera haber caído sobre ellos al disiparse la locura del deseo se evaporó en un instante. De repente parecía lo más natural del mundo estar así, los tres juntos, desnudos y abrazados, ofreciéndose mutuamente algo que iba mucho más allá del placer o el consuelo. Ofreciéndose compañerismo. Dean supo entonces que todo iría bien, que los tres estarían bien.
Y también tuvo la intuición de que lo que acababan de hacer volvería a ocurrir. Probablemente con frecuencia.
FIN
Así que, para
denisitap y con muchísimo retraso, algo que ella me pidió expresamente que escribiera. Sólo espero que después de retrasarme tanto, al menos el fic no te decepcione.Título: Rojo Pasión (tercero en discordia junto a Rojo Sangre y Rojo Fuego, continúa justo donde acabó éste último)
Fandom: Supernatural
Pairing, o mejor dicho OT3: Dean/Ruby/Sam (El orden está puesto a propósito, es un trío sin wincesto. Lo siento, denisse, sé que a ti te habría gustado más con wincesto, pero en esta historia no me pegaba)
Rating: Para mí que NC-17 se queda corto. ¿Hay un NC-21 o algo así?
Spoilers hasta el 4x10
Summary: Venga ya, en serio, con todas las pistas que os he dado ¿todavía no os hacéis una idea de qué va el fic?
Rojo Pasión
por apocrypha73
Dean sabía que aquello era una mala idea. Lo había sabido desde el momento en que vio a Ruby caminar hacia él con aquel contoneo de caderas que estaba seguro de que era ilegal en varios estados. Sin embargo eso no había impedido que se lanzara a ello de cabeza.
No sabía muy bien por qué. No fue por su físico, desde luego. En fin, sí, la chica que vestía estaba muy buena, no podía negarlo. Los ojos oscuros y enormes, la melena salvaje, el cuerpo lleno de suaves curvas y esa boca que parecía hecha expresamente para besar no eran cosas a las que Dean Winchester hiciera ascos en ninguna circunstancia, pero no bastaban para hacerle olvidar que lo que había dentro era un demonio.
No fue por lo que Sam le había contado. Puede que al escuchar la historia por primera vez se hubiera descubierto sintiendo una especie de morbosa excitación que le había dejado horrorizado y asqueado de sí mismo, pero eh, él era humano, al fin y al cabo. Y un tío para más señas. Cuéntale a un hombre un cuento de sexo desesperado como ése y luego pídele que todas sus zonas corporales se mantengan indiferentes. A ver si tienes suerte.
Tampoco fue porque Ruby hubiera sido la primera en darle un argumento al que de verdad podía agarrarse para no volverse loco. Eso lo apreciaba, desde luego, sobre todo porque la demonio no tenía por qué molestarse en ayudar a un tipo que todavía, en el cómputo general, se había dirigido a ella más veces llamándola zorra que por su nombre. Le estaría eternamente agradecido por la pequeña charla que habían mantenido un rato antes, pero no fue por eso.
Si lo pensaba bien, la respuesta era sencilla. Fue porque al mirarla, le pareció estar contemplándose en un espejo. Porque la clase de rabia que vio reflejada en sus ojos era la misma que le había estado consumiendo a él durante casi toda su vida, y mucho más desde que volviera de entre los muertos. El mismo vacío interior, el mismo desprecio hacia su propia persona. Y de pronto Dean sintió que quería coger toda esa rabia y ese dolor y borrarlos de aquellos ojos como mejor sabía: con sus manos, con su boca, con todo su cuerpo.
Fue, en suma, porque Dean sabía exactamente cómo se sentía Ruby. Y sabía qué era lo que Ruby necesitaba, porque era lo mismo que él necesitaba.
Por un momento había creído que Anna le daría ese algo, pero la chica había estado demasiado concentrada en experimentar al máximo su última noche de pasión terrenal como para ser consciente de nada más, especialmente de los sentimientos de Dean. A él no le había importado entonces, de hecho se había sentido tan agradecido de que ella fuera capaz de tocarle a pesar de saber lo que había hecho en el infierno que ni siquiera se lo planteó. Dean sólo creía poseer una cosa que mereciera la pena ofrecer: su cuerpo, su habilidad para proporcionar placer. Y se lo había entregado todo de buena gana a la joven, como una ofrenda presentada ante un altar a cambio del perdón que tanto ansiaba.
Después, sin embargo, había descubierto que seguía sintiéndose tan vacío como antes. O puede que más.
Con Ruby, en cambio, era completamente distinto. Con ella, y eso sí que era noticia, se sentía al mismo nivel. Si le hubieran dicho sólo una semana antes que algún día miraría a la demonio como a un igual, y que no sería porque su autoestima hubiera hecho un picado otra vez, sino porque ella hubiera ascendido ante sus ojos, seguramente habría llamado al manicomio más cercano. Sin embargo, allí estaba. Y no sólo eso. Dean había podido comprobar que, una vez que Ruby quedaba fuera de la categoría de hija de puta malvada y mentirosa que correspondía a los demonios, resultaba muy fácil desearla. Tal vez demasiado.
Dean aún no podía creer que se hubiera distraído tanto besándola como para no oír el motor del Impala al acercarse a la casa, cuando llevaba ese sonido tan metido en la sangre como el acto reflejo de comprobar dónde estaba Sammy en cada momento. Sin embargo, ambos instintos le habían fallado estrepitosamente. Era algo tan raro que Dean no estaba muy seguro de que en el fondo no hubiera sido intencionado. Quizá había una parte oscura y clandestina de él que quería que Sam les pillara, casi literalmente, con los pantalones bajados. Quizá porque estaba harto de preguntarse hasta qué punto estaba su hermano implicado con Ruby y no atreverse a plantearle el tema.
Y allí estaba Sam junto a la puerta, petrificado como lo estaban los otros dos, y ahora que tenía la ocasión de valorar su reacción, Dean casi tenía miedo de hacerlo. No estaba preparado para soportar que Sam tuviera un arrebato de celos por Ruby, pero tampoco estaba seguro de que fuera preferible que le diera igual.
Aparentemente, Ruby tampoco lo tenía muy claro. A juzgar por lo tensa que se había quedado y por la expresión con que le miraba, la reacción de Sam le importaba, y mucho. Dean notó claramente que el primer impulso de la demonio fue apartar los brazos de su cuello y alejarse de él, pero se obligó a no hacerlo y quedarse quieta, esperando. Sin mostrarse culpable ni arrepentida, sin ofrecer una explicación o alguna patética excusa, como si quisiera enviarle a Sam el mensaje de que no le debía ninguna. Sin embargo el cazador la sentía casi vibrar bajo sus manos, tal era el esfuerzo que le estaba costando no moverse. Ruby estaba intentando demostrar algo, o comprobar algo. O tal vez ambas cosas.
Dean sabía hacerse el tonto muy bien, pero no lo era. Y si había un tema en el que fuera doctor Honoris Causa, aparte de la caza y las películas de serie B, eran las mujeres. Ruby no se le había acercado porque se sintiera sola y hubieran estrechado lazos compartiendo sus experiencias en el infierno. Tenía otros motivos, y estaban más relacionados con Sam de lo que ella había intentado hacerle creer. Y ahora estaba ahí, rígida y desafiante, esperando ver por qué lado le estallaba en las manos la bomba de relojería que había armado.
Lo más sorprendente de todo fue que no estalló.
Sam no se enfadó, aunque tampoco se podría decir que permaneciera indiferente. Su rostro reflejaba algo casi parecido al alivio, y durante un histérico segundo Dean creyó que de un momento a otro su hermano iba a decir "Ah, menos mal, por fin habéis encontrado una manera de dejar de pelear", o cualquier otra cosa igualmente absurda.
Sin embargo, al cruzar la mirada con él, Dean comprendió que la calma de Sam tenía un significado mucho más profundo. En los ojos del menor de los Winchester había una expresión que hablaba de camaradería y victorias compartidas, de la durísima batalla que los tres habían luchado ese día, y de cómo habían sobrevivido trabajando en equipo. De cómo habían esquivado a la muerte por los pelos, y lo habían logrado juntos. Los tres. Y tal vez tenía sentido que cuando por fin había llegado el momento de celebrar que seguían en pie, también fuera un asunto entre los tres. Dean intuyó que, de haber encontrado a Ruby en los brazos de cualquier otro que no fuera su hermano, Sam se habría sentido traicionado y la habría despreciado para siempre, pero con Dean, lo aceptaba.
Lo cual demostraba lo muy, pero que muy jodidas que estaban sus vidas.
Y eso le llevaba a otra cuestión: si lo que unía a Dean y a Ruby era que los dos estaban igual de dañados, tal como él mismo había dicho, Sam no se quedaba atrás. El mayor estaba tan acostumbrado a mantenerle siempre protegido que a veces se le olvidaba que su hermano ya no era el equilibrado de la familia, el muchacho sano e independiente que se había marchado a Stanford para tener una vida normal. Sammy se culpaba de la muerte de su madre, de su padre, del propio Dean, y para colmo también de lo que éste último había sufrido en el infierno. Todavía le atormentaban las muertes de Jess y Maddison, como si él fuera responsable por el mero hecho de haberlas tocado, y quién sabía si era por eso que la única mujer con quien se había acostado desde entonces fuera un demonio. ¡Hasta tenía sangre de demonio en las venas, por Dios bendito! Cualquier otro que no llevara el apellido Winchester estaría agazapado en un rincón de una habitación acolchada, cazando moscas invisibles. Sam aparentaba estar entero, pero la realidad se hallaba muy lejos. Era un tema del que nunca hablaban, pero Dean sabía que Sam pensaba en secreto que la vida de su hermano habría sido mucho mejor si él no hubiera llegado a nacer (y nunca hablaban de ello porque si alguna vez lo hicieran, Dean tendría que partirle la cara por imbécil).
O sea que sí, Sam estaba tan roto por dentro como los otros dos, o más. Los tres arrastraban heridas profundas, y quizá la única forma de aliviarlas fuera tratar de curárselas mutuamente.
Por todo eso Dean se encontraba considerando seriamente hacer algo que jamás en toda su vida habría aceptado antes: compartir una chica con su hermano. Y francamente, esa idea debería asustarle muchísimo más de lo que en realidad le asustaba.
Sam dejó lentamente la bolsa y las llaves sobre la superficie horizontal más cercana, como si temiera que cualquier movimiento brusco pudiera hacer huir a Ruby. Y parecía posible, porque la demonio seguía tan tensa como un arco a punto de disparar. Dean la vio seguir con los ojos cada uno de los movimientos de Sam, a medida que éste se acercaba, y durante un instante fue el mayor de los hermanos quien se sintió como un intruso al ver el ardor con que se miraban los otros dos. Pero luego Ruby se volvió hacia él, asustada y con una muda súplica en el rostro, como si Dean fuera su última línea de defensa y temiera que fuera a dejarla sola con Sam, y al cazador se le escapó todo el aire de los pulmones al darse cuenta de cuál era la verdadera magnitud de los sentimientos de la demonio.
Dean no estaba seguro de sentirse cómodo con la idea de que su hermano pequeño fuera el objeto de algo tan intenso por parte de una criatura del infierno, pero ésa era una reflexión que tendría que dejar para más adelante. De momento, lo que sí tenía claro es que su propia forma de considerar a Ruby había cambiado radicalmente esa noche, y tal vez para siempre.
Sam llegó hasta ellos y colocó con delicadeza una de sus enormes manos sobre el hombro femenino. El gesto sacó a Dean de sus pensamientos y le hizo tomar conciencia de que realmente estaba a punto de adentrarse con su hermano en un terreno desconocido y peligroso. No es que le entrase el pánico de repente, o que le surgieran dudas, porque... la verdad, su vida había dado tantas vueltas de campana últimamente que lo impensable se había convertido en rutina, y Dean tenía la convicción de que si alguna vez llegaba al final de aquella montaña rusa sería entonces cuando realmente se marearía. Esto con Sam y Ruby sólo era un vuelco más. Aun así, se obligó a mirar a su hermano a los ojos y preguntar:
- ¿Estás seguro, Sammy?
- Sí, lo estoy- respondió él sin dudar, la voz ligeramente ronca y las pupilas dilatadas de impaciencia, y Dean arqueó las cejas, empezando a replantearse el concepto de buen chico que todavía tenía de su hermano menor. Un día de éstos iban a tener que mantener una conversación de hombre a hombre.
- ¿Y tú?- preguntó entonces volviéndose hacia Ruby, y al asentir ella, Dean dejó de pensar y se inclinó para besarla.
Ruby entreabrió los labios, complaciente, dejándole llevar el ritmo esta vez, y el hombre la sujetó con una mano en su nuca, el pulgar acariciándole con suavidad la mejilla, y la inclinó ligeramente para poder profundizar el beso. Empezó despacio y sensual, para ir haciéndolo cada vez más apasionado, besándola de aquella manera que nunca le fallaba cuando quería dejar a una chica sin respiración y dispuesta a dejarle hacer absolutamente todo lo que quisiera con ella. Desorientada y sin acordarse ni de su propio nombre. Oyó la respiración de Sam agitarse cada vez más y era extraño, esto de hacerlo con público, pero... se trataba de Sammy, que prácticamente lo había visto todo sobre él y le conocía mejor que nadie en todos los aspectos salvo en ése. El pudor no tenía lugar ahí. Y en cierto modo era excitante pensar no sólo en complacer a la mujer, sino también en ofrecer un buen espectáculo mientras lo hacía.
Se giró un poco para facilitarle un mejor ángulo de visión a Sam mientras recorría con los labios y la lengua el esbelto cuello de Ruby, bajando hasta la clavícula, disfrutando del estremecimiento que la recorrió a ella y de la perversa sensación de exhibicionismo que lo hacía todo más intenso. Cogió a Ruby en peso y la bajó de la mesa, poniéndola de pie delante de él, y luego la hizo dar la vuelta, para que quedara mirando hacia Sam. Se pegó a la espalda de ella, una mano apoyada en su cintura y con la otra le apartó la melena hacia un lado y siguió besándole el cuello mientras le quitaba la chaqueta de cuero, que quedó abandonada en el suelo. Sam cogió una silla y se sentó delante de la demonio, que temblaba de arriba abajo entre las caricias de un hermano y la mirada del otro, muy quieta. Dean levantó el borde de la camiseta de ella y la subió lentamente hasta sacarla por encima de su cabeza. Le quitó el sujetador, acariciándole suavemente los brazos mientras bajaba los tirantes y, aun sin verle la cara, la sintió enrojecer bajo la mirada ardiente de Sam, que recorría cada centímetro de piel expuesta como si estuviera pensando en devorarla.
Dean se deshizo de su propia chaqueta, camisa y camiseta en menos de cinco segundos, y atrayendo a Ruby de nuevo contra su pecho, le mordisqueó el lóbulo de la oreja mientras se maravillaba del calor que despedía la espalda femenina contra su piel. Sam se puso de pie, quitándose la chaqueta y la camisa mientras lo hacía, y enmarcando el rostro de Ruby con sus manos, la besó mientras Dean subía por la curva de la cintura de ella hasta sus pechos, pequeños y firmes, que se endurecieron al primer roce. La demonio dejó escapar un gemido que se perdió dentro de la boca de Sam, y una de sus manos subió hasta aferrarse al bíceps del hermano menor mientras la otra iba hacia atrás para agarrarse al cuello de Dean como si fuera su salvavidas.
En perfecta sintonía, las manos de Sam sustituyeron a las de Dean sobre los senos de Ruby mientras el mayor se ocupaba en desabrocharle los vaqueros a la demonio, meter una mano entre sus pliegues y hacer que ella arqueara la espalda y abriese más las piernas, tratando desesperadamente de aumentar el contacto. Entre los dos la hicieron retorcerse y gemir con abandono, y en pocos minutos la sintieron estremecerse bajo las convulsiones de un intenso orgasmo que la dejó casi sin fuerzas, teniendo que apoyarse en Dean para mantenerse de pie.
- Sam, mi bolsa- murmuró el mayor, sosteniendo a la demonio con un brazo alrededor de su torso con cuidado de no presionar sobre sus heridas, y su hermano puso cara de no haber entendido una sola palabra. Dean enfatizó con un movimiento de cejas lo que quería decirle y entonces reaccionó, fue hasta donde estaba la mochila y rebuscó en su interior hasta encontrar un condón. Mientras, Dean ayudó a Ruby a terminar de desnudarse y se deshizo también de lo que quedaba de su propia ropa.
Todavía a su espalda, el hombre la besó con suavidad en la sien y le mordisqueó la oreja, y ella giró la cabeza para mirarle. Tenía los labios hinchados de habérselos mordido para no gritar y las mejillas encendidas, y los ojos le brillaban con la promesa de devolver todo el placer que había recibido. Muchas mujeres habían mirado así a Dean, satisfechas y dispuestas a darle lo que quisiera pedirles, sin tener ni idea de que él no había hecho más que empezar a extraer de sus cuerpos todo el éxtasis que eran capaces de sentir. Ruby tampoco lo sabía, pero estaba a punto de descubrirlo.
Dean la condujo suavemente hasta una silla, se sentó y la colocó sobre su regazo dándole la espalda. Escogió deliberadamente esa postura para que las heridas recién vendadas que Ruby tenía en el vientre sufrieran el menor roce posible, pero también para que Sam pudiera mirarla y tocarla a su antojo mientras la demonio le montaba. Cogió el condón que Sam le tendía y se lo puso con rapidez, y un beso en el cuello fue la única advertencia que Ruby tuvo antes de que Dean la sujetase por las caderas y la penetrase en un solo movimiento. Se le escapó un gemido obsceno al sentirse envuelto de pronto en ese increíble calor, y bajó la cabeza hasta apoyar la frente sobre la espalda de la demonio. Intentó controlar el movimiento reflejo de sus caderas pero la sensación de estar profundamente enterrado en aquel cuerpo cálido, suave y estrecho era demasiado intensa. Tenía que moverse, y casi contra su voluntad empezó a embestir suavemente dentro de ella, ajeno a todo lo que no fuera el tacto sedoso de su piel.
Cuando levantó la cabeza vio a Sam arrodillado frente a Ruby, desnudo de cintura para arriba y con los pantalones desabrochados colgando precariamente de sus caderas. Le estaba acariciando los pechos con la lengua y las manos, y Ruby tenía los dedos enterrados en el pelo de él con tanta fuerza que probablemente le estuviera haciendo daño, pero a Sam no parecía importarle lo más mínimo, a juzgar por el entusiasmo con que se entregaba a su tarea. La demonio arqueó la espalda y empezó a soltar incoherencias en un idioma que podría haber sido cualquier cosa desde latín a gaélico, resultaba difícil identificarlo. De lo único que Dean estaba seguro era de que sonaba increíblemente erótico. Lástima que Sam eligiera ese preciso momento para erguir la cabeza y besar a Ruby en la boca, una y otra vez, convirtiendo su letanía en una serie de jadeos intermitentes.
Dean se dio cuenta de que una de las manos de Sam descendía para acariciar más íntimamente a Ruby y le dirigió una mirada de advertencia (Cuidadito con lo que tocas por ahí abajo), a la que su hermano respondió con otra igual de elocuente (¿Te crees que no lo sé?), y Dean estuvo a punto de echarse a reír de un modo totalmente inoportuno cuando le cruzó por la mente la estrafalaria idea de que en el sexo, como en la caza, Sam y él formaban un equipo perfecto y se entendían sin necesidad de hablar. Todo un tema de conversación para matar las largas horas de aburrimiento en el Impala. Afortunadamente se controló a tiempo, y al momento siguiente Ruby se encargó de quitarle las ganas de reír cuando empezó a rotar sus caderas y contraer sus músculos internos.
Dean supo que no iba a aguantar mucho más si ella seguía a ese ritmo, así que deslizó una de sus manos hacia delante, hacia el vientre de Ruby, justo por encima de donde nacían sus rizos oscuros, y presionó con suavidad para asegurarse de que con cada embestida rozaba ese punto especial dentro de ella. El grito ahogado que se escapó de la garganta femenina le dijo que había acertado, y se concentró en mantener el ángulo exacto para seguir estimulando incesantemente ese lugar mientras Sam la acariciaba y besaba por todas partes.
Ruby estaba cerca, muy cerca, Dean podía sentirlo en el modo en que se iba abandonando cada vez más a las caricias de ambos hermanos, ondulando las caderas para salir al encuentro de sus embestidas y de los dedos de Sam en un ritmo perfectamente sincronizado. Echó la cabeza hacia atrás, apoyándola sobre el hombro del mayor y dejando expuesta la larga línea de su cuello para que el otro hermano la recorriese con la lengua y los dientes, como un depredador marcando su territorio. Con los ojos cerrados, las manos crispadas sobre los antebrazos de Dean, entregada, rendida y sin voluntad.
- Mírate- le susurró Dean al oído-, tan suave y dócil... Apuesto a que Lilith y los suyos nunca te han visto así, o no te habrían dejado marchar. No, esto es sólo para Sam y para mí, ¿verdad? Eso es, preciosa. Déjanos ver cuánto te gusta.
Tal como esperaba, esa voz indecente terminó de deshacerla, y Ruby se convulsionó frenéticamente, emitiendo un grito ahogado y contrayéndose deliciosamente alrededor de Dean. Tres o cuatro golpes de cadera más y él la siguió, dejándose inundar por la poderosa oleada de placer que durante los maravillosos segundos que duró consiguió barrer el miedo, la culpa, la soledad y la rabia. Se sintió estallar en mil pedazos y recomponerse uno a uno, completo por una vez en su vida.
Dejó caer la frente sobre la espalda de Ruby, agotado, respirando a grandes bocanadas mientras su corazón trataba de recuperar un ritmo normal, pero la sintió moverse con impaciencia y entonces recordó que su hermano todavía no había terminado. Por suerte ella no lo había olvidado, y apartando de un empellón la mano que Sam había bajado hasta su propia entrepierna, tironeó de él hasta ponerle en pie, le bajó los pantalones y le tomó en su boca con tanta rapidez que él se tambaleó y tuvo que apoyarse en los hombros de Dean para no caer.
- ¡Jod...! ¡Ah!- exclamó, medio ahogado, y el mayor se inclinó disimuladamente hacia un lado porque... ¿Esos labios, cerrados alrededor de...? O sea. Eso tenía que verlo. Y puede que acabara de tener un orgasmo un par de segundos antes, pero la imagen hizo que su miembro todavía diera un valiente espasmo dentro del cuerpo de Ruby. No le sorprendió que Sammy apenas durase medio minuto a ese ritmo. ¿Quién podía culparle?
Lo cual no le iba a impedir meterse con él hasta el infinito por ello, claro.
Sam cayó de rodillas otra vez, enterrando el rostro en el hueco del cuello de Ruby y rodeando con sus brazos tanto a ella como a su hermano, mientras la demonio le acariciaba el pelo. Los tres permanecieron hechos un ovillo durante un momento, satisfechos y recuperando el aliento. Dean se sintió escapar del cuerpo de Ruby y ella se estremeció. Volvió la cara hacia él con la mirada lánguida y los párpados pesados, y el cazador frunció el ceño en respuesta.
- A mí no me mires, no pienso besarte hasta que te hayas lavado los dientes- le dijo con una expresión de horror fingido.
Fue Sam el primero en romper a reír, perezoso y casi con desgana contra la piel de ella. Dean le siguió y hasta Ruby se contagió poco después, con lo que cualquier posible momento incómodo que pudiera haber caído sobre ellos al disiparse la locura del deseo se evaporó en un instante. De repente parecía lo más natural del mundo estar así, los tres juntos, desnudos y abrazados, ofreciéndose mutuamente algo que iba mucho más allá del placer o el consuelo. Ofreciéndose compañerismo. Dean supo entonces que todo iría bien, que los tres estarían bien.
Y también tuvo la intuición de que lo que acababan de hacer volvería a ocurrir. Probablemente con frecuencia.
FIN
no subject
Quiero que sepas que amé esta historia a morir. Me asusté y entristecí esperando la reacción de Sam, y me alivié cuando por fin llegó. Me hiciste sentir cosquillitas en el estómago cuando la escena de sexo entre Dean, Sam y Ruby empezó, y hasta me sacaste una risa con Dean en plena escena XXX . #^^#
De repente parecía lo más natural del mundo estar así, los tres juntos, desnudos y abrazados, ofreciéndose mutuamente algo que iba mucho más allá del placer o el consuelo. Ofreciéndose compañerismo. Dean supo entonces que todo iría bien, que los tres estarían bien.
MEJOR FINAL IMPOSIBLE. Lo único que disfruto más que el Sam/Ruby es el Dean/Sam/Ruby ♥. Es mi única OTP
PD: Btw, si alguna vez planeas hacer un coda solo entre Dean y Sam quiero que sepas que tendrás en mi una fiel lectora ^_-
no subject
Tengo que admitir que nunca había escrito un trío antes. Y lo más curioso es que cuando me decidí a hacerlo creí que me iba a dar una vergüenza horrorosa publicarlo, pero no ha sido así. La verdad es que estoy bastante satisfecha con el resultado (aunque creo que Ruby lo está más XD). Te agradezco mucho que me motivaras a plantearme este reto y probarme en un terreno nuevo.
Un beso muy grande.
no subject
Como Deni, casi me da algo esperando la reacción de Sam. Y lo genial fue cómo detallaste el porqué terminan así, los tres juntos, sin reproches ni cortándose las venas.
Tu final es EL FINAL. Que los tres sienten que no solo tuvieron sexo, sino la confirmación de que son ellos y nadie más lo que tienen en éste momento para seguir adelante.
Un abrazo y buen día
no subject
Lo de escribir más tríos no lo sé, pero al menos ya no lo descarto. Si surge una historia donde venga a cuento... ¿por qué no?
Curiosamente, lo más difícil de este fic no fue escribir el p0rn, sino dar unas razones más o menos creíbles para que lo hicieran. Me alegro un montón de que te hayan convencido.
Besos.
no subject
Te confieso que lo he empezado a leer con un cierto "reparo", no porque me asusten o escandalicen los tríos, sino porque ni soy Dean/Sam ni Sam/Ruby ni Dean/Ruby (ya sabes) así que leer p0rno de los tres como que no me llamaba. Pero, coño, es bueno, muy bueno. Podría ver algo así en la serie y no me extrañaría...bueno, me extrañaría que los yankees mojigatos rodaran algo así pero no me extrañaría que los personajes actuaran así. Me entiendes ¿no? xD
Además, dos puntos adicionales para el fic, ha conseguido despertarme del todo antes de tomarme el café y ha conseguido que entre en calor en un día peeerro antes de que la calefacción empiece a hacer efecto.
Emmm… por cierto, llámame pervertida pero en estos momentos envidio muuucho a Ruby BWAJAJAJAJAJAJA
Besos
no subject
Emmm… por cierto, llámame pervertida pero en estos momentos envidio muuucho a Ruby BWAJAJAJAJAJAJA
Pervertida no, cielo, si acaso te llamaré inteligente XDDD
Besitos, y muchas gracias por leerlo.
no subject
En mi casa dicen que me leo hasta las etiquetas del champú así que leer algo que SÉ que está bien escrito, aunque el pairing no sea el mio, siempre me llama la atención. Además, SÉ que siempre encontraré algo que me guste en cualquiera de tus fics y eso siempre es un aliciente.
Y no es peloteo (aunque sé que lo parece xD) es que es la verdad.
Besos
no subject
no subject
Sin que sirva de precedentes ¡cómo envidio a Ruby! jajajaja. Ya te comenté que había sido una sorpresa para mi el verte escribir este tipo de fics en donde, por supuesto, la calificación NC-17 se queda corta. ¡Ajá! ahora, la advertencia de Livejournal diciendo que este lj puede tener contenidos adultos cobra sentido :p
No, en serio, bajo mi punto de vista, el winchesto se queda en un gran amor fraternal pero no veo nada de imposible en este trío.
Me gusta el ambiente, y por supuesto el ritmo narrativo. Nada de palabras soeces ni ordinarias (me irritan los ojitos) porque, si hay que leerlas, se leen pero prefiero otras, la verdad.
Yo, aún no tengo bien definido cuál sería mi verdadera OTP; si Sam/Ruby o Dean/Ruby. Mientras tanto, este Dean/Ruby/Sam me agrada muchiiiiisimo.Lo de Dean con cierto angelote se está andando ^___^
Besos, my master.
no subject
Lo que ahora estoy pensando es que si llegan a aparecer los Winchester!Pupets, Spike ya no estará solo entre los almohadones y tu cama comenzará a verse más que interesante.
¡Besos!
no subject
Y mira, unos puppets de los Winchester tampoco estarian mal. No, nada mal.
Besos.
no subject
http://anteka.livejournal.com/24782.html
no subject
Muchas gracias por haberle dado un beteo y por darme tantos ánimos para publicarlo. Aiiiiinnnnssss, qué haría yo sin ti.
Lo de Dean con cierto angelote se está andando ^___^
¡Weeeeeeeeee!! \o/ Ya me lo contarás con calma.
Besitos.
no subject
Establezcamos, pues, que tras leer este fic, TOOOOODAS le tenemos una profunda y tremenda envidia a la demonio, ea!
Y bueno, lo de Dean con cierto angelote aún no hay nada que contar porque estoy leyendo el primer fic Dean/Castiel que me recomendaste, pero voy bastante lenta pues mi inglés está pretty oxidado. Bueno, ya cogeré carrerilla jejejeje.
Besitos.
no subject
no subject
¡Mi niña, mientras escribas, da igual si tardas o no! Mientras escribas...
¡Besos!
no subject
No, cariño. Corta de nada, ya te lo dije. Cada uno tiene sus preferencias y yo jamás le impondría a nadie leer algo que no encaja con las suyas. ¡Menos aún a ti, con la paciencia que has tenido siempre leyendo todos mis fics incluso antes de ver la serie!
Un abrazo muy fuerte y un millón de besos.
no subject
Segundo: Ruby, perra!!! Comparte, joder!! *la envidia le corroe*
Y ahora, si me permites, voy a abrir la ventana, a ver si se enfria el ambiente y puedo comentarte medio decentemente xD
GEniaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaal!!!!
Sabia que iba a haber trio, yes yes yes!!!
Que decir, me ha encantado, que me ha gustado muchisimo, que esta maravillosamente escrito, y con una elegancia impresionante.
Que la parte en la que Dean reflexiona sobre la situacion de ellos tres, sobre Sam, es simplemente perfecta. Que la forma en la que Sam reacciona me ha gustado muchisimo (aunque habria estado bien eso de que 'por fin habeis encontrado una manera de no pelearos'), que me has hecho reir en los momentos mas hot ('tenía que tener con su hermano una conversacion de hombre a hombre' xDDDDDD) y que te envio muchisimo, porque nunca, jamás he sido capaz de escribir p0rn, ni escenas eroticas ni nada de nada, y admiro muchisimo a la gente que lo hace y,que encima, le queda tan bien.
Vas a seguir con los trios? Te propongo el Dean-Castiel-Sam. Lalalalala xDDDDDDDDDD (por retos imposibles que no sea, y eso SI que ya seria demasiado xDD). Y digo como Denise si algun dia te animas a escribir wincest, aqui estaré para apoyar, leer y agitar los pompones.
Que bien manejas a Dean, parece que lo hayas creado tu. Sigo pensando que eres Sera Gamble de incognito y nos tienes engañadas.
Y ya no se que mas decir, seguro que este comentario me ha quedado más incoherente que de costumbre, pero no me puedes pedir que piense en pleno estado de hormonación xDDDD
Asi que felicidades y animo con la escritura, ya se que te roba mucho tiempo, pero no tienes idea de lo felices que haces a personajillos como yo :P
Un abrazo, wapa!!
no subject
Muchas gracias por esos piropos y me alegro mucho de que te haya gustado. Lo de escribir escenas eróticas no es con lo que más cómoda me siento, pero si hay que hacerlo, se hace. Y si tú lo intentaras, seguro que te saldría muy bien.
Mmmmmm, lo de escribir Dean/Castiel/Sam como que lo veo más difícil, igual que lo del wincesto. De momento no me llama. Pero ya he aprendido a no decir "de este agua no beberé", así que ¿quién sabe?
Y no, no soy Sera Gamble disfrazada (ésa es
Muchos besos, guapa, y dile a tus hormonas que me perdonen ;)
no subject
Druadeh era Sera Gamble, tu eras Erik Kripke, se me fue la olla x__D
Las neuronas se me conviertieron en hormonas asi, pluff, espontaneamente :P
Pues nada, escribiendo lo que sea, yo aqui te espero ansiosa ^___^
no subject
fantasia
Re: fantasia
Me alegro de que te gustara. Besos.
no subject
Y es tán fácil porque lo has escrito tú. Porque el sexo es magnífico pero el compañerismo es el axioma en que se miden ellos. Porque Dean me hace reir y el peso de su carga se diluye, porque Sam está igual o mas dañado que los otros y no deja de tratar de componer el mundo, porque Ruby es mas que un cuerpo cálido, es un alma cálida. Y porque ¡mujer! cierras este cuento de tres partes de una manera tan perfecta, que doy saltitos como liebre, porque me hace desear como la criatura inocente (que ya no soy o soy bastante menos :D) que Sam y Dean se salven y envejezcan juntos y que Ruby esté con ellos, siempre.
Se vale soñar, y con fics como estos, se vale pedir a las estrellas fugaces que te los vuelvan realidad.
Muchos besos,
no subject
Muchas gracias, guapa. De verdad que me ha emocionado todo lo que has dicho. Y yo también me apunto a soñar con un futuro en el que Sam y Dean envejezcan juntos. Y puestos a pedir, que Ruby tenga también su final feliz.
Un besazo.