apocrypha73: (spn_rubycastiel)
[personal profile] apocrypha73
Título: El largo camino (Capítulo 7)
Fandom: Supernatural
Pairing: Ruby/Castiel
Rating: PG-13
Spoilers: Hasta el 4x04, aunque he intentado adaptarme en la medida de lo posible al canon de episodios posteriores. Pero vamos, se puede considerar AU a partir de "Metamorphosis". En este capítulo también hay referencias a "Faith" y "Houses of the Holy".

Mi agradecimiento eterno, como siempre, a [livejournal.com profile] mileya y [livejournal.com profile] m_enia por ser dos betas tan fantásticas.

Capítulos anteriores: Uno Dos Tres Cuatro Cinco Seis




Capítulo 7

Cuando Castiel se marchó, Ruby se dejó caer en uno de los troncos caídos que rodeaban el claro, sacudida por un violento temblor. El rechazo de él le dolía, pero no tanto como su propia pérdida de control.

Había cometido un grave error al intentar seducir al ángel. Puede que ella no estuviera compartiendo aquel cuerpo con su original dueña, pero él sí, y por supuesto Castiel no iba a olvidarse de eso.

Lo cierto era que Ruby entendía esos escrúpulos, e incluso los respetaba. Ella había sido esclava en vida, sabía demasiado bien lo que era verse obligada a permitir que otros utilizaran su cuerpo sin tener opción a decir no. Por eso nunca había usado a ninguna de las chicas que poseyó estando vivas para nada que no fuera estrictamente necesario.

Pero al parecer, cuando se trataba de Castiel, Ruby se olvidaba hasta de su código ético personal. Y lo peor era que no sólo se había decepcionado a sí misma, sino también a él.

De cómo había pasado de odiar y temer a los ángeles a medir sus propias decisiones en función de la opinión que pudieran merecerle a uno de ellos, Ruby no tenía ni idea. Pero así era. Castiel se había convertido en la única cosa totalmente buena y limpia que había en su vida. Cuando estaba con él sentía como si el infierno retrocediera y ya no pudiera retenerla con tanta fuerza, y había llegado a depender de su respeto y admiración. Ahora había perdido ambas cosas, de eso estaba segura.

Se puso en pie al oír pasos que se acercaban, y al girarse le vio regresar, con aire abatido y cansado. Castiel levantó la vista y la miró, y en sus ojos no había reproche, ni el desprecio que ella esperaba. Tan sólo un anhelo tan grande que la demonio se estremeció, y tuvo que cruzar los brazos por delante del pecho para no lanzarse otra vez sobre él.

- ¿Estás bien?- preguntó el ángel con suavidad-. No debería haberte dejado aquí sola, lo siento.

De momento, Ruby no supo a qué se refería, hasta que recordó que estaban allí porque, supuestamente, la energía residual de aquel lugar aterrorizaba a los demonios. Sin embargo, ella no había notado nada. O había estado demasiado alterada para darse cuenta, o tal vez el sitio no estaba tan a prueba de demonios como él creía.

- Estoy bien- respondió-. Oye… siento lo de antes.

- No ha sido culpa tuya- contestó Castiel con voz ronca, dando un paso hacia delante-. Yo también lo deseo, créeme. Pero…

- Lo sé- le cortó ella, levantando una mano hacia el frente-. Y lo entiendo. De hecho yo tendría los mismos prejuicios si no estuviera sola aquí dentro, pero… En fin, no pretendo justificarme. Puedes estar tranquilo, no volverá a ocurrir.

Castiel cerró un momento los ojos, dejando escapar un suspiro, y luego dijo:

- En parte tienes razón, este hombre me ha confiado su cuerpo y eso es algo sagrado, no puedo traicionar su confianza. Pero ése no es el principal motivo por el que no debo hacer esto.

- Entonces, ¿cuál es?

El ángel se adelantó hasta donde ella estaba, sentándose sobre el mismo tronco caído donde Ruby había estado unos momentos antes, y esperó hasta que ella se hubo sentado a su vez para seguir hablando.

- Una vez me preguntaste si conocía bien a Dean Winchester, ¿recuerdas?- comenzó-. La respuesta es sí. Les conozco, a él y a Sam, desde que nacieron. Antes, incluso.

Ruby le observó en silencio, presintiendo que lo que él iba a contarle era importante.

- Hace años- continuó Castiel-, cuando Azazel empezó a hacer aquellos tratos, Dios nos ordenó vigilar a las personas que habían pactado con él, para averiguar qué era lo que ese demonio quería de ellos. No fue como ahora. Entonces no salimos de nuestro plano de existencia normal, donde somos invisibles para los humanos, puesto que nuestra misión era sólo observar. A mí me asignaron a una mujer joven llamada Mary. La madre de Sam y Dean.

Hizo una pausa, como perdido en sus recuerdos.

- Yo había oído hablar de personas especiales, humanos que tenían la capacidad de vernos y oírnos en nuestra verdadera forma, pero nunca me había encontrado con ninguno hasta que la conocí a ella. Fue la mayor sorpresa de mi vida, y supongo que para Mary también. Pero no se asustó. De hecho, se puso a hablar conmigo como si fuera lo más normal del mundo.

Ruby esbozó una sonrisa. Esa mujer debía de haber sido algo grande, no había duda. No era de extrañar que su pérdida hubiera marcado de aquel modo a su marido y sus hijos.

- Me hacía toda clase de preguntas- siguió diciendo él-. Sobre Dios, el cielo, el infierno… lo que se te ocurra. Y se convirtió en mi amiga. Estuve allí cuando se casó, cuando nacieron sus hijos…- sonrió, recordando-. A veces, cuando acostaba a Dean por las noches, le decía que no tuviera miedo, que los ángeles velaban por él. Luego se volvía y me guiñaba un ojo, como si quisiera decirme “ahí tienes tu tarea”.

Ruby trató de imaginarse la escena, aunque le resultaba difícil reconciliar el concepto de Dean Winchester con un niño de tres o cuatro años. Pero comenzaba a entender todo lo que el cazador había perdido por culpa de Azazel y, muy a su pesar, sintió que una parte de su antagonismo hacia él se resquebrajaba un poco.

- Y, por supuesto, también estuve allí la noche en que murió- añadió Castiel, sombrío-. Vi a Azazel introducirse en el cuarto de Sam, la vi a ella entrar corriendo… todo. Pero yo tenía estrictamente prohibido intervenir en las vidas de los humanos, así que no hice nada. Contemplé cómo Azazel la asesinaba y no moví ni un dedo para impedirlo.

Había tanta angustia y remordimiento en su voz que Ruby no pudo evitar ponerle una mano sobre el hombro y apretar suavemente.

- Su marido quedó destrozado, y sus hijos… Sam era demasiado pequeño para entender lo que había pasado, pero Dean… Ruby, si hubieras visto el vacío en los ojos de ese niño…

- ¿Qué ocurrió después?- le animó a seguir cuando él se calló.

El ángel suspiró-. Nada. Seguí con mi trabajo, esta vez observando a Sam para ver cómo le afectaba la sangre que Azazel le había hecho beber. Pero procuré ser más discreto, por si alguno de los hijos de Mary había heredado su capacidad de oírme. La verdad era que no me sentía con valor para enfrentarme a ellos. Pasaron los años, los niños crecieron, se hicieron cazadores… ya conoces la historia. Entonces, un día, durante una caza, Dean recibió una fuerte descarga eléctrica y su corazón quedó dañado. Iba a morir.

Ruby frunció el ceño al oír eso. No tenía ni idea de que hubiera ocurrido algo así.

- Empecé a revivirlo todo otra vez. Saber lo que estaba a punto de ocurrir y tener que quedarme mirando, sin hacer nada. Ese era mi deber, pero no podía soportarlo, era como tener algo corroyéndome por dentro. Sentía que, en el fondo, estaba traicionando todo aquello en lo que creía al dejarle morir sin más.

- ¿Porque Mary te había pedido que le cuidaras?

- En parte sí, pero también por él mismo. Ruby, el mundo está lleno de gente supuestamente piadosa que cree que se va a ganar el cielo por entregar una limosna en la iglesia de vez en cuando. Pero Dean ni siquiera creía en Dios, ni en la recompensa de la vida eterna, y a pesar de ello lo sacrificaba todo cada día por ayudar a los demás. ¿Y yo tenía que dejarle morir? ¿Tenía que permitir que Sam se quedara solo, después de todo lo que ya había perdido? No era justo. Si había en el mundo dos personas que estuvieran realizando la obra de Dios, eran ellos.

Ella asintió, completamente de acuerdo.

- Sam llevó a su hermano a ver a un sanador, un reverendo que creía estar curando gente mediante la fe, aunque en realidad no era así, era… Bueno, eso da igual ahora. Lo que cuenta es que, cuando el reverendo empezó a rezar pidiendo la asistencia de Dios, tomé una decisión y le inspiré para que escogiera a Dean. Le dije que era un joven con una misión que cumplir, una que aún no había completado. Y le curó. El precio fue la vida de otra persona, pero me dije a mí mismo que ese chico habría muerto de todos modos, sólo que en el lugar de otro. Nunca llegué a saber a quién habría salvado el reverendo de no intervenir yo, y tampoco quise preguntármelo.

Guardó silencio unos segundos, y luego suspiró-. Fui llamado a presencia de Dios por mi desobediencia.

Ruby no pudo evitar un estremecimiento de aprensión, y casi temía escuchar lo que vendría a continuación.

- Debías de estar muy asustado- murmuró con suavidad.

Castiel se volvió hacia ella-. No, claro que no. ¿Por qué iba a estarlo?

- Ya sabes…- respondió Ruby, haciendo un vago gesto con la mano en dirección al cielo.

El ángel meneó la cabeza-. Aquí en la Tierra tenéis una idea completamente equivocada de El. Estar en Su presencia es… No hay palabras para describir lo maravilloso que es. Sentirte completamente a salvo, seguro de que nada malo podría alcanzarte allí. Es entenderlo todo, no tener dudas. Estar en paz.

Se le había iluminado el rostro, y su voz tenía un tono más dulce, casi feliz. Ruby no pudo evitar envidiarle un poco por haber experimentado algo así, algo que para ella era inimaginable.

- Los únicos que tienen algo que temer de El son aquellos cuyo corazón es malvado- concluyó Castiel.

Ella se mordió brevemente el labio inferior-. Es decir, como yo.

- ¡No…!- exclamó él, mirándola con intensidad-. Tú no eres así, Ruby. No eres como ellos.

La demonio tragó saliva con dificultad, petrificada por la pasión que asomaba a aquellos ojos azules, llenos de un fuego que no era humano. Deseaba con tanta desesperación creerle… Castiel parecía tan convencido de que ella podía cambiar su destino que Ruby no podía evitar que la esperanza naciera en su corazón cada vez que él le hablaba de aquel modo. Pero siempre se obligaba a ahogarla, temerosa de la decepción que sufriría si se permitía hacerse ilusiones. Con gran esfuerzo, apartó la mirada y la dirigió al suelo.

- ¿Y qué sucedió entonces?- preguntó, animándole a continuar su historia, deseosa de ocupar su mente en cualquier otra cosa.

- Me preguntó por qué le había desobedecido, y yo le expliqué lo mismo que te he contado antes. Que Dean no merecía morir, que si continuaba viviendo salvaría muchas otras vidas, que tal vez el haberse salvado le ayudara a tener fe… Y Dios me contestó: “Todo eso es cierto, pero no es el verdadero motivo por el que has actuado así. Lo has hecho motivado por el cariño que sientes por esa familia”.

- ¿Y se supone que eso es un pecado?- le interrumpió Ruby, indignada por él.

- Eso mismo le pregunté yo. Y su respuesta fue que no, que no había cometido ningún pecado. Pero que mi deber era amar a todas sus criaturas por igual, que no tenía derecho a favorecer con mi afecto a unas personas por encima de otras. Que ése es un privilegio exclusivo de los humanos. Luego dispuso que yo debía volver a casa hasta que fuera capaz de equilibrar mis sentimientos de nuevo, y allí he estado desde entonces, apartado del mundo de los mortales.

A ella se le cayó el alma a los pies cuando de pronto comprendió cuál era la relación de aquella historia con lo que les estaba ocurriendo a ellos. Esa innegable atracción que sentían el uno por el otro… Castiel tenía miedo de que si cedían a ella se pudiera convertir en algo más, de que se crearan entre los dos unos lazos afectivos que a él le estaban prohibidos.

Ruby pensó en ello con detenimiento, sintiendo un dulce calor extenderse por su pecho. Durante unos segundos se permitió el lujo de imaginarse cómo sería sentirse querida por alguien como él, pero la idea escapaba a su mente. Simplemente, no tenía referencias. Lo único que sabía sobre el amor era lo que había aprendido observando a los humanos, pero ella misma nunca había sido el objeto de una emoción así. Ni la había sentido.

Se reprendió por complacerse en esa fantasía. Era absurdo incluso considerarlo. Un ángel y una demonio. No había en todo el universo otros dos seres que pertenecieran a mundos más opuestos. Para ellos no había esperanza, no había posibilidad de salvar esa distancia. Ruby siempre había sido consciente de eso, y por esa razón no había querido pensar demasiado en lo que sentía por Castiel. Si sobrevivían a aquella guerra, tarde o temprano él regresaría al lugar que le correspondía y no volverían a verse nunca más, de modo que lo más sensato era no crearse expectativas. De lo contrario pasaría el resto de la eternidad echándole de menos.

- A ver si lo he entendido- dijo, tratando de sonar tan neutral como le fuera posible-. ¿Te castigaron por salvar la vida de Dean?

Teniendo en cuenta que luego le habían enviado a rescatarle del infierno, era la cosa más absurda que Ruby había oído en su vida.

- No fue un castigo- explicó Castiel-. La verdad era que yo no podía realizar mi labor en esas condiciones. Dios tenía razón al apartarme del trabajo de campo.

- Si tú lo dices… - contestó ella con un encogimiento de hombros-. Y ahora estás aquí. Supongo que eso significa que ya has conseguido equilibrarte o lo que sea, ¿no?

Castiel negó con la cabeza-. Sólo estoy aquí porque la situación es desesperada y no podemos prescindir de nadie. Pero sé que me observan con mucha atención.

Ruby le miró de reojo, esbozando una sonrisa pícara-. Ah, de modo que tú tampoco te arrepientes de tus pecados, ¿no es así?

El ángel apoyó los antebrazos en las piernas, cruzando las manos y dejándolas colgar entre las rodillas. Agachó la cabeza un momento y luego levantó la vista para mirarla a los ojos mientras contestaba a su pregunta:

- Hasta hoy, de lo único que me arrepiento es de no haber salvado la vida de Mary.

Ruby asintió-. Eso sí tiene sentido.

Castiel le sonrió brevemente, y luego se volvió hacia delante, contemplando la hierba del suelo.

- Es extraño- murmuró ella después de un breve silencio.

- ¿El qué?- le preguntó él, mirándola de reojo.

- Siempre había oído decir que los ángeles eran incapaces de sentir nada. Que estabais tan alejados del mundo real que ni siquiera sabéis lo que es una emoción. Pero tú… no haces más que desmentir esa idea.

El tardó unos segundos en responder, considerando su respuesta.

- No sabemos lo que es el dolor físico, el hambre, la sed, el frío o el calor. No sufrimos vuestra incertidumbre por el futuro, ni el miedo a la muerte. Tampoco entendemos completamente lo que es la felicidad. Pero estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, Ruby, igual que los humanos. El amor, la compasión, el dolor de perder a un ser querido… todo eso sí lo sentimos. Y también podemos experimentar temor.

- ¿Estás asustado?- susurró ella.

Castiel asintió.- Lo estoy. Porque si entonces Dios tuvo que relevarme de mi misión, no sé qué hará conmigo ahora- le dijo-. Esto es una falta mucho más grave, Ruby. Este deseo de estar contigo, esta necesidad de protegerte… Yo no debería sentir esas cosas. Pero no sé cómo luchar contra ello, y cada día es más difícil.

Dejó caer la cabeza entre las manos en un gesto de desesperación que hizo surgir en Ruby un fuerte anhelo de consolarle de algún modo. Y por alguna razón, también sintió la necesidad de hacerle saber que él no era el único que tenía miedo. No sabía por qué, pero necesitaba ser sincera con Castiel. Tal vez porque su presencia siempre le hacía recordar que había otras cosas en el mundo aparte de la mentira y el odio, y le estaba agradecida por ello. Quizá porque quería que él la siguiera respetando. Por lo que fuera, ni siquiera se paró a pensar, simplemente le dijo lo que tenía en el corazón, tal como lo sentía.

- Si te sirve de algo, yo tampoco debería sentir nada por ti- contestó suavemente-. Diablos, soy un demonio, se supone que no debería sentir nada en absoluto. Y sin embargo… Mira, no sé muy bien qué nombre ponerle a esto, la verdad es que no me atrevo a analizarlo, pero… quiero que sepas que no se trata de lujuria. O como sea que lo llaméis ahora tú y los tuyos. No es eso.

Castiel levantó la vista hacia ella con incredulidad y algo parecido a la esperanza.

- La verdad, tu jefe podría poner las cosas un poco más sencillas- continuó Ruby, llenando con palabras un silencio que, de producirse, la dejaría indefensa ante la intensidad de esa mirada-. Si ninguno de los dos debería tener esos sentimientos, ¿por qué podemos? ¿No sería más fácil que todos fuéramos unos autómatas sin corazón, cada uno a lo suyo y ya está? Pero no, El deja que ocurra esto y luego espera que renunciemos a todo. ¿Y los sádicos en esta historia son los demonios? Pues vaya…

No pudo seguir porque él la silenció con sus propios labios. Fue un beso dulce, sin el apremio de antes, un beso que no pretendía ser el preludio de nada más, pero que igual los dejó a ambos sin aliento cuando se separaron.

- ¿Y eso?- susurró ella, con la voz entrecortada.

Castiel se encogió de hombros-. No quiero pensar más. No puedo seguir dándole vueltas. Lo que tenga que ocurrir, ocurrirá. Ahora estás aquí conmigo, y es muy probable que no volvamos a tener un momento de paz como éste. No quiero desperdiciarlo tratando de tomar decisiones sobre un futuro que ni siquiera sé si llegará.

Ruby le sonrió-. De acuerdo, pero teniendo en cuenta que hemos descartado lo del sexo, va a ser una noche muy larga si sigues por ese camino. Te recuerdo que no soy de piedra.

Castiel le devolvió la sonrisa, y luego se puso serio antes de preguntarle, casi con timidez:- ¿Podríamos… simplemente estar juntos? ¿Te parece bien?

A modo de respuesta, la demonio le tomó de la mano y tiró de él para que se sentara en el suelo con ella, apoyando la espalda en el tronco de árbol que les estaba sirviendo de asiento hasta entonces. Luego dejó caer la cabeza sobre el hombro del ángel, acurrucándose en el hueco de su cuello, mientras él le pasaba un brazo por encima de los hombros. El cuerpo de Castiel era cálido y firme, y olía de maravilla. Ruby se sintió segura, relajada, incluso feliz, y descubrió que era más fácil de lo que creía olvidarse de la guerra, de las dudas, y dejarse llevar. Tal vez sólo tendrían esa noche, pero al menos esa noche era suya.

A ratos hablaban, de todo y de nada importante. Otras veces se quedaban callados, disfrutando de la mutua compañía. El amanecer los encontró así abrazados, contemplando cómo el cielo cambiaba de color a medida que el sol se alzaba lentamente sobre las copas de los árboles. Con un suspiro, Castiel se separó de ella y, tomándola de la mano, la ayudó a ponerse en pie y emprendieron viaje hacia el lugar donde les estaban esperando.

Capítulo 8



Notas de la autora: La historia de Castiel se me ocurrió después de ver “In the beginning”, concretamente por dos escenas que me dejaron muy intrigada. Al final del capítulo, cuando Dean se despierta después del viaje en el tiempo, Castiel tiene una expresión tristísima en la cara, como si le hubiera afectado mucho lo que acababa de pasar, y no sólo porque se compadeciera de Dean, sino más bien como si le afectara personalmente. Al volver a ver el episodio, en la escena en que va con Dean en el coche y le está diciendo que si mata al YED no se harán cazadores, y que toda la gente que salvaron morirá y todo eso… me llamó la atención que lo decía en un tono más bien neutro, sin reproche. Y la forma en que desaparece en mitad de la conversación, como si estuviera demasiado incómodo para seguir... Todo eso me hizo pensar que Castiel hace y dice muchas cosas porque es su obligación, pero no siempre está de acuerdo. Y a base de darle vueltas, acabó surgiendo esto. Espero que os haya parecido creíble.
Gracias por emplear la paciencia necesaria en leer las notas también, como si con el capítulo no fuera ya bastante. Besos.

Date: 2008-11-30 06:48 pm (UTC)
From: [identity profile] dryadeh.livejournal.com
No te preocupes. No es meloso en el sentido tradicional, sino que es más intimo y emocional y a veces supone un remanso de paz, un respiro de la oscuridad que suele haber en los fics de SPN (que me gusta, claro, pero siempre se agradece eso, un respiro).
Dudo que nunca nos expliquen por qué Dean fue el escogido en ese capítulo, asi que siempre será válida tu teoría ^^
:***

Date: 2008-12-01 08:44 pm (UTC)
From: [identity profile] apocrypha73.livejournal.com
Ese icono tuyo me sigue trayendo por la calle de la amargura.

*Se desmaya*

*Se abraza a tu icono*

Muchas gracias de nuevo por tus comentarios, preciosa.

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