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SPN Fic: El largo camino 1/? (Ruby/Castiel, PG-13)
En principio, esto iba a ser mi regalo de Navidad para
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Título: El largo camino (capítulo 1)
Fandom: Supernatural
Paring: Ruby/Castiel
Rating: PG-13
Advertencias (para el fic completo): Spoilers hasta el 4x04 y puede que haya algún spoiler muy vago de futuros episodios. Uso y abuso de temas religiosos, rituales católicos, etc etc (es un fic sobre un ángel y una demonio, ¿qué esperabais?). En este fic, Sam y Dean son personajes secundarios (ya, a mí también me resulta raro). Eso quiere decir que salen en muy pocos capítulos, lo cual puede que no te atraiga, así que lo entenderé perfectamente si pasas de este fic.
Capítulo 1
Ruby salió del almacén abandonado, llevando medio a rastras al pobre pardillo que Sam acababa de exorcizar. Había escogido aquel lugar en particular porque quedaba algo apartado del resto de edificios de ese polígono industrial, y de hecho, estaba tan cerca del límite del bosque que la maleza ya había empezado a invadir su interior en los pocos años que llevaba en desuso. En su momento, había pensado que eso les mantendría a salvo de ojos indiscretos, pero la repentina llegada de Dean había demostrado que no era así, de modo que ni siquiera eso compensaba por la incomodidad del terreno sin asfaltar y la falta de iluminación eléctrica. Por suerte el cielo estaba despejado y había luna llena, con lo que contaba con la suficiente luz como para no tropezar con su carga y caer los dos al suelo.
El crujir de la grava bajo sus botas y los gemidos del hombre sonaban extrañamente ruidosos en el silencio de la noche, y Ruby renegó por lo bajo. Le fastidiaba tener que hacer de niñera cuando tenía otras preocupaciones mucho más apremiantes en la cabeza, pero ¿qué otra cosa podía hacer, aparte de lo que Sam le había pedido? La reacción de Dean al reconocerla y la pelea que siguió no le habían dejado muchas opciones.
Casi a la vez que llegaba hasta donde había dejado su coche junto a unos arbustos, oyó un inconfundible rugido de motor y se volvió para ver alejarse el Impala con los dos Winchester dentro. Sintió lástima por Sam al imaginarse lo tensa que debía de ser la atmósfera en el interior del vehículo.
Ruby se lo había advertido, pero por supuesto él era demasiado cabezota para hacerle caso, y ahora el problema le había estallado en las manos. Si hubiera intentado explicarle las cosas a su hermano cuando tuvo la oportunidad, como ella le había aconsejado, tal vez habría podido hacerle entender. Pero ahora era demasiado tarde. Dean lo había descubierto todo de la peor manera posible, y nada de lo que Sam dijera o hiciese lograría que atendiera a razones.
Se giró hacia su carga, irritada, y por un momento estuvo tentada de dejarle allí con un teléfono móvil y seguir a los hermanos. ¿Por qué tenía que llevarle al hospital ella misma? Ya le habían librado del demonio, ¿no? ¿Qué más quería, servicio a domicilio? Tampoco estaba tan malherido. Y Sam podría necesitarla, a juzgar por la reacción que Dean había tenido al encontrarles.
Sólo le frenó la certeza de que si trataba de intervenir, haría más daño que bien. Dean estaba furioso, y la presencia de Ruby sólo serviría para ponerle mucho más furioso aún. No importaba cuánto se esforzara Ruby o lo cuántas cosas hubiera hecho por ellos, Dean Winchester siempre la vería como una enemiga. Eso había quedado bastante claro.
Pero no se podía decir que Ruby no lo hubiese intentado. Le había saludado con amabilidad, sin ánimo de provocar una pelea. De hecho, había sido sincera al decir que se alegraba de verle. Nadie podría entender mejor que ella lo que Dean habría tenido que sufrir en el infierno, y realmente era algo que no le deseaba a nadie. Ni siquiera a un imbécil como él.
Suspiró, volviendo a la realidad. Sam contaba con que ella se hiciera cargo de aquel hombre, y por alguna razón no se quedaba contento hasta asegurarse de que las víctimas que rescataba estaban sanas y salvas, bien arropaditas en sus camas como si fueran bebés. Con un suspiro de resignación, continuó arrastrándolo hasta el asiento del copiloto y le ayudó a sentarse con bastante dificultad.
Se enderezó y cerró la puerta, y al hacerlo captó en el cristal de la ventanilla el reflejo de un hombre de pie tras ella. Se volvió con rapidez, dispuesta a defenderse, pero se quedó paralizada en cuanto le miró directamente. No le había visto jamás, y sin embargo, supo al instante quién era. Porque, al igual que podía reconocer a un demonio por mucho que tratara de ocultarse en su envoltura humana, al mirar al ángel ella veía más allá de la gabardina, el traje arrugado, la sombra de barba en el rostro severo y el pelo ligeramente despeinado. Veía luz, etérea e irreal, una luz que no era de este mundo, y tan intensa como la oscuridad de la que la propia Ruby estaba hecha. Aun contenida dentro de un cuerpo, era tan brillante y terrible que la demonio se sorprendió de no estallar en llamas allí mismo.
- Tú…- susurró, aterrorizada, segura de que había llegado su final. Trató de retroceder, pero dio con el coche a su espalda y se quedó inmóvil, como un cervatillo arrinconado contemplando el cañón de una escopeta.
Sin embargo, la explosión que esperaba no se produjo. Castiel avanzó lentamente, y ella tembló bajo el peso de aquella intensa mirada. A medida que el ángel se le acercaba, sus facciones humanas se hicieron distinguibles a los ojos de la demonio. Se detuvo justo frente a Ruby, las puntas de sus zapatos casi rozando las elegantes botas de ella.
- ¿De qué tienes tanto miedo?- preguntó él, y el sonido grave de su voz retumbó en el silencio de la noche, provocando que la demonio diera un respingo.
- ¿Estás de coña?- soltó sin poder contenerse. Probablemente era muy mala idea responderle así, pero Ruby era de las que reaccionaban al terror mediante el sarcasmo. Siempre lo había sido, hasta cuando era humana, y esa característica suya la había metido en no pocos problemas.
- Es una pregunta legítima.
- ¿De qué crees tú que tengo miedo? Eres un ángel. Yo un demonio. ¿Qué más explicaciones necesitas?
- ¿Crees que voy a enviarte de vuelta al infierno? ¿O a matarte así, sin más?
- ¿No es eso lo que hacéis los de tu gremio?
Castiel ladeó la cabeza, observándola con tanto detenimiento que Ruby se sintió como un insecto bajo un microscopio.
- No sabes tanto acerca de nosotros como piensas- contestó él, al cabo de un largo momento.
Ella le miró, sin atreverse a creerle. El temor a los ángeles era algo tan intrínseco a la naturaleza de un demonio como la capacidad de mentir. Pero transcurrían los segundos y Castiel no hacía otra cosa que estudiarla con atención. Ruby se removió inquieta, pero le devolvió la mirada como un desafío y, extrañamente, sintió que su miedo se iba desvaneciendo poco a poco.
Había algo en él, algo en sus ojos, que la inquietaba y desconcertaba, pero no le infundía temor. Le llevó un buen rato entender lo que era ese algo, aunque nadie podría culparla por ello. Después de tantos siglos en el infierno rodeada de maldad y de sufrimiento, después de caminar por un mundo en el que incluso el humano más piadoso tenía sus sombras, a cualquiera le costaría reconocer a un ser de espíritu realmente puro.
- Si no vas a matarme, entonces, ¿qué haces aquí?- preguntó, sintiéndose más confiada.
- Necesito saber por qué te empeñas tanto en convencer a Sam Winchester de que utilice los poderes que le confirió Azazel- respondió el ángel-. Y no te molestes en intentar mentirme, porque lo sabré.
Ella le devolvió la mirada con dureza. Estaba tan harta de responder siempre a la misma pregunta que su rabia borró cualquier rastro de terror que pudiera quedarle.
- Vaya, no me extraña que te lleves tan bien con Dean, sois tal para cual- espetó, con los dientes apretados-. Por hoy ya he tenido más que suficiente con sus insultos, gracias, no me hacen falta los tuyos también.
- ¿Y su hostilidad te sorprende?- contraatacó él, con calma-. Eres el demonio que está llevando a su hermano por el camino de la perdición, ¿cómo esperas que te trate?
- Yo estoy ayudando a Sam a salvar gente y a acabar con Lilith- declaró Ruby con vehemencia-, no arrastrándole a nada.
Castiel consideró su respuesta durante unos momentos, hasta que ella comentó a impacientarse bajo el escrutinio de su penetrante mirada. Entonces él frunció el ceño, y una expresión maravillada se dibujó en su rostro.
- Estás diciendo la verdad…- susurró, asombrado.
- Tampoco hace falta que te sorprendas tanto- contestó Ruby, y entonces le tocó a ella el turno de quedarse pasmada cuando Castiel relajó sus facciones y elevó las comisuras de su boca en un gesto que casi era una sonrisa.
- Tienes que admitir que no existen muchos precedentes- dijo el ángel, sin malicia, sólo constatando un hecho.
Ruby no sabía muy bien cómo tomarse su actitud. Si alguna vez hubiera tratado de imaginar cómo sería su primer encuentro con Castiel, su fantasía no habría llegado mucho más allá de la explosión de fuego divino que la consumiría. Desde luego, nunca habría esperado mantener una conversación con él, y mucho menos aún que le hablara sin odio ni desprecio. Muy a su pesar, la demonio sintió que la serenidad que irradiaba Castiel la estaba desarmando.
- No, supongo que no- coincidió en voz baja.
- Sin embargo, aunque tu intención sea sincera, estás llevando a Sam por un camino equivocado- señaló él-. Utilizar sus poderes no le ayuda.
- Pero, ¿por qué no?- le rebatió la demonio-. Sam tiene dentro de él el poder que hace falta para matar a Lilith. Negarse a usarlo es estúpido.
- Y usarlo es peligroso.
- Peligroso para quién, ¿para ti y los tuyos?
En cuanto lo dijo deseó poder retirarlo. La mirada de Castiel se endureció casi imperceptiblemente, pero lo bastante como para hacer que un escalofrío recorriera la espalda de Ruby.
- ¿Sabes qué efecto tiene en Sam lo que le estás obligando a hacer?- preguntó Castiel tras un tenso silencio-. ¿Sabes a ciencia cierta cómo se ve afectada su mente cuando permite que la sangre de Azazel circule libremente por ella?
Ruby guardó silencio, furiosa consigo misma por no tener la respuesta.
- No lo sabes, ¿verdad?- continuó él-. Y tampoco te importa. Podría estar transformando su espíritu de forma irremediable, pero a ti te da igual. O tal vez sea eso lo que esperas.
- ¿Qué sabes tú lo que me importa y lo que no?- escupió ella, de nuevo enfadada-. Ni siquiera eres capaz de ver las cosas buenas que Sam está haciendo con esos poderes. ¿Qué hay de todas las vidas que ha salvado, eh? ¿Eso no cuenta? ¡Ah, no, claro, porque tu bando de santurrones no acepta que se pueda hacer el bien con algo cuyo origen sea demoníaco! Es eso, ¿verdad? ¡No queréis que Sam utilice sus poderes porque se los otorgó un demonio!
- No es por eso.
- Entonces, ¿por qué?
- Porque es lo que Azazel quería que hiciera.
Castiel se interrumpió, con los labios apretados, como si debatiera consigo mismo si era prudente revelarle a Ruby más información, y finalmente añadió:
- Fueran cuales fueran sus planes, Azazel los ocultó muy bien. No sabemos por qué escogió a los chicos psíquicos ni qué es lo que pretende de Sam ahora que es el único que queda. Pero sí sabemos que, sea lo que sea, está relacionado con que Sam desarrolle sus poderes. Y que es algo muy, muy grave. Más de lo que puedas imaginar.
Ruby sintió un escalofrío al pensar en la posibilidad de que el ángel estuviera en lo cierto. Si fuese así, todo lo que ella había hecho por Sam habría causado justo el efecto contrario al que pretendía. En vez de estar dándole las armas necesarias para derrotar a Lilith, le habría estado incitando, sin saberlo, a seguirle el juego a esa maldita perra infernal. No, eso no podía ser. Y si lo era, ella tenía que hacer algo por remediarlo. Ahora, antes de que fuese demasiado tarde.
- Tal vez yo podría intentar averiguar cuáles son esos planes- sugirió.
- Eso sí sería de gran ayuda- respondió él, y luego añadió algo que dejó a Ruby aún más desconcertada, si es que eso era posible-. Pero si lo que pretendes es comprar con ello tu redención, te advierto que Dios no es de los que comercian.
La demonio soltó un bufido despectivo.
- ¿Redención?- se burló-. Yo soy un demonio, Castiel. Un alma condenada por toda la eternidad. No hay posibilidad de redención para mí.
- Esa es la trampa del infierno- repuso él, mientras se daba la vuelta para marcharse-. Hacer creer que no existe esperanza.
- Es que no existe- espetó ella hacia la espalda del ángel.
Castiel se detuvo un instante, luego se giró, volvió sobre sus pasos y al llegar junto a Ruby, se inclinó para susurrarle al oído. Estaba tan cerca que ella sintió el cosquilleo de su aliento sobre la piel, justo debajo de la oreja, cuando le habló. La demonio nunca supo si fue eso o fueron sus palabras lo que hizo que todo su cuerpo se estremeciera.
- Dean no es la primera alma que he sacado del infierno, Ruby.
Se incorporó, dejando que su mirada se encontrara con la de ella una última vez, y cuando Ruby parpadeó, él ya se había ido.
La demonio se apoyó contra el coche, sintiéndose débil de repente. ¿Podría ser…? ¿Habría una posibilidad, aunque fuera remota…? ¿Y si….?
Se agarró los brazos, cruzados sobre el pecho, en un intento de calmar el violento temblor que la sacudía. Después de tantos siglos, Castiel acababa de devolverle algo que el infierno le había arrebatado y que creyó que nunca, jamás, podría llegar a sentir de nuevo.
Esperanza.
no subject
De momento está muy bien, me gusta. La última parte, con todo eso de la redención y devolverla la esperanza, me ha puesto los pelos de punta, sip.
Ah, sí, por cierto ¿sólo PG-13? Vengaaaaa, si los dos son puro fuego. Ahí tiene que haber mas que palabras xD
Besos
no subject
Muchas gracias por leer, y encantada de adelantarme a tus deseos. Ya sabes que yo soy muy servicial escribiendo :P
Ah, sí, por cierto ¿sólo PG-13? Vengaaaaa, si los dos son puro fuego. Ahí tiene que haber mas que palabras xD
Hombre, más que palabras sí, pero sin llegar a mayores. Lo siento, los dos van por la vida con cuerpos prestados y no soy capaz de quitarme eso de la mente. Pero espero que te guste de todos modos.