apocrypha73: (bones_boothbrennan)
[personal profile] apocrypha73
Al final he caído. Era lógico. Después de ver el 3x02 de Bones, ayer, mi cerebro me pedía a gritos un fanfic. Sé lo que me vais a decir, que si con el 3x02 he tenido que ponerme a escribir, ya veré lo que es bueno con el resto de episodios. Lo sé, lo sé. Ya los iré viendo cuando pueda, lo prometo.
Esto no está beteado, porque quería que fuera también una sorpresa para mis betas: para [profile] __marion__, que anda algo agobiada últimamente y a lo mejor consigo alegrarle un poco el día ((((((Marion)))))). Y para [profile] m_enia, a ver si así se anima a meterse más de lleno en el fandom de Bones, porque una buena escritora siempre es necesaria.
También va por ti, [profile] alderaan_, que tantas veces me has dicho que me animara a escribir algo de Bones.
Ahora estoy totalmente aterrorizada. Es la primera vez que les meto mano a estos dos (no literalmente, alderaan, no te alteres todavía) y no tengo ni idea de si me han quedado bien o no, así que vuestras críticas serán muy bienvenidas. Recordad que todos los errores que pueda haber son sólo míos.

Echale la culpa al whisky, por Apocrypha73

Bones fic, Booth/Brennan, PG-13, post-episodio 3x02 (continuación de la charla en la escalinata)

No son míos, ojalá lo fueran, bla bla bla, no pretendo infringir el copyright ni nada por el estilo.

 

 

 

         - Tengo que hacerte una confesión.

         Booth levantó una ceja al oír a Brennan decir eso, mirándola desde abajo con una media sonrisa maliciosa.

         - No, Huesos, esto no funciona así- contestó con voz ligeramente pastosa-. Verás, déjame que te lo explique. Las verdades embarazosas las tiene que soltar el que ha bebido, ¿vale? Y ése soy yo, no tú. Tú eres la amiga que escucha y luego se burla sin piedad al día siguiente.

- No he dicho que fuese embarazosa- replicó ella, aunque después pareció considerarlo y añadió-. Bueno, un poco patética sí que es, pero…

         - ¿Patética? Espera, Huesos, eso no me lo pierdo-. Se enderezó torpemente en el escalón, para poder mirarla a la cara, y si fuera posible Brennan habría dicho que su sonrisa se había hecho aún más amplia-. Pero te advierto que pienso acordarme por la mañana. No estoy tan borracho, ¿vale? Lo digo por si estabas contando con eso.

         Ella le miró con cara de exasperación, pero no pudo evitar sonreír a pesar de todo. Tenía que admitir que Booth ligeramente borracho resultaba… adorable. Hey, un momento. Esa no era la palabra que buscaba. Gracioso. Eso sí. Resultaba gracioso. Relajado, feliz, con los ojos brillantes, y marcando hoyuelos en una sonrisa capaz de iluminar todo el Capitolio.

         Esa era la definición de gracioso, ¿no?

         Y el caso era que todo eso venía a cuento, precisamente, con lo que quería decirle.

         - Nunca me he emborrachado.

         Booth parpadeó un par de veces, sin moverse, como si le estuviera llevando más tiempo de lo normal procesar lo que Brennan acababa de decir.

         - ¿Nunca te has emborrachado?- repitió.

         - Nunca.

         - ¿Te estás quedando conmigo?

         - No sé lo que quieres decir con eso. Estoy aquí contigo, no tengo intención de irme todavía.

         - Es una expresión, Huesos.

         - Ah.

         - No, en serio. ¿De verdad no te has emborrachado nunca? ¿Ni una sola vez?

         - Ni una. Ni siquiera en la Universidad.

         - ¿Es que no ibas a las fiestas?

         - Bueno, sí, a algunas.

         - ¿Y qué hacías en ellas?

         - Observar.

         - ¡¿Observar?!

         - Soy antropóloga, Booth. Es lo que hago. Observar el comportamiento colectivo humano.

         - O sea, que tú eras la empollona que se pasaba las fiestas apoyada contra la pared sin hablar con nadie, ¿no?

         Brennan asintió con una sonrisa melancólica-. Entonces me parecía muy normal hacerlo, pero ahora… No sé, al mirar hacia atrás no puedo evitar pensar que es como si nunca hubiese sido joven. No es sólo lo de no emborracharme. Tampoco fumé marihuana, ni tuve ninguna experiencia lésbica en la adolescencia…

         - ¡Vale, vale, Huesos, demasiada información!- la interrumpió Booth. La imagen mental que se acababa de plasmar en su mente casi le quita de golpe la borrachera, provocando que toda su sangre emigrase de pronto al sur de su ombligo.

         - Desde un punto de vista antropológico, no tiene ningún sentido- continuó ella, al parecer ajena al nerviosismo de Booth-. Estamos hablando de los ritos de iniciación propios de nuestra cultura, del paso de la adolescencia a la madurez. La rebeldía contra las normas como medio para reafirmar la propia personalidad. Yo no he pasado por nada de todo eso. Es como si hubiese nacido siendo ya adulta.

         - Mira, Huesos, si quieres que te diga la verdad, tampoco me sorprende.

         - ¿Por qué no?- Brennan le miró a los ojos con curiosidad sincera.

         - Porque te conozco. No soportas perder el control. De hecho, te da pánico.

         - Eso es psicología, Booth, y ya sabes lo que opino al respecto.

         - Lo cual viene a confirmar justo lo que acabo de decir. No te gusta la psicología porque significa que alguien puede averiguar cosas sobre ti sin que tú puedas controlar lo que descubre y cuándo lo descubre.

         - No me gusta la psicología porque no es una ciencia exacta. Es totalmente subjetiva, y por tanto poco fiable.

         - Lo que tú digas-. Booth se encogió de hombros y suspiró. La salvaje oleada de excitación de antes se había calmado un poco, dejándole de nuevo con la cálida languidez del licor en los músculos.

         Permanecieron en silencio unos segundos, hasta que Brennan habló de nuevo.

         - No sé, es que… este caso me ha hecho pensar, ¿sabes? Lo que dijo Nash de que Celia era demasiado conservadora para el gusto de su madre… Eso es lo que mi padre piensa de mí, y es algo tan absurdo… Dios, antropológicamente hablando, es una aberración. El papel de los padres es imponer las normas, y el de los hijos tratar de romperlas, no al revés.

         Booth se tomó su tiempo, pensando en lo que ella había dicho.

         - Bueno… no sé si esto tendrá algún sentido para ti, pero… en cierto modo es lo que habéis hecho las dos, ¿no? Llevarles la contraria a vuestros padres. Al fin y al cabo, todo se reduce a eso.

         Ella consideró su respuesta, mordiéndose el labio inferior, y ese gesto inocente hizo que a Booth le palpitara otra vez la sangre en las sienes. Por lo visto esta mujer tenía el poder de devolverle a la adolescencia en un segundo.

         - Sí que tiene sentido- dijo Brennan finalmente, pero que Dios le ayudara si él tenía la más mínima idea de a qué se estaba refiriendo.

         Siguió otra pausa. Booth respiró hondo, dejando que el fresco aire nocturno le ayudara a recomponerse un poco. Normalmente conseguía mantener un poco más a raya el efecto que Brennan provocaba en él, pero el alcohol que todavía circulaba por su cuerpo se lo estaba poniendo difícil esa noche. Aun así comenzó a relajarse, tanto que cuando ella se decidió a romper el silencio, tardó un par de segundos en captar lo que había dicho.

         - Soy muy aburrida, ¿verdad?

         - ¿Qué?- exclamó él, genuinamente sorprendido.

         La mujer hizo un gesto con las manos como tratando de abarcar en él toda la conversación-. Siempre formal, siempre controlada. La perfecta estudiante que nunca se salta las normas. Seria, profesional, dedicada a mi trabajo. Ni siquiera de adolescente fui capaz de hacer locuras. Lo dicho. Aburrida.

         Algo se sacudió dentro de Booth al oírla, y le invadió el irrefrenable deseo de hacerle ver lo equivocada que estaba. Sin pensar, levantó una mano hasta la barbilla de la mujer y la obligó a mirarle a los ojos.

         - Hey, no eres aburrida- le dijo con suavidad. No sabía si era por el whisky o por otra razón, pero de pronto las palabras le acudieron con facilidad a la boca, y no intentó pararse a pensar en lo que podría ocurrir si las decía. O tal vez quería averiguar precisamente eso.- Eres de todo menos aburrida, Huesos. Eres inteligente, valiente, decidida, ingeniosa, honesta… La verdad es que un hombre podría pasarse la vida intentando conocerte, y después de muchos años todavía serías capaz de sorprenderle. Tú eres… eres una mujer fascinante, doctora Brennan.

         Sin darse cuenta había ido bajando el tono de su voz hasta convertirlo en un ronco susurro que reverberó en el pecho de Brennan, haciendo que se estremeciera. No podía apartar la mirada de aquellos ojos castaños que parecían traspasarla. Booth le soltó la barbilla, pero sólo para deslizar suavemente su mano hasta acomodar en su palma el hermoso rostro femenino. Entonces bajó la visa hasta su boca y cuando volvió a clavarla en los azules ojos de la mujer, ella supo que estaban perdidos.

         Como en un choque de trenes a cámara lenta, Brennan vio cómo Booth acercaba poco a poco su cara a la de ella, sabiendo que debería intentar pararlo pero al mismo tiempo segura de que cualquier intento sería inútil. Llevaban demasiado tiempo danzando alrededor de eso que había entre ellos, eso que ninguno de los dos se atrevía a reconocer, asustados de romper el frágil equilibrio que lo mantenía todo en su sitio. Pero sólo era cuestión de tiempo, y ambos lo sabían. Era inevitable.

         En el último instante antes de que los labios del hombre rozaran los suyos, Brennan susurró:

         - Booth, no estoy segura de que esto sea una buena idea.

         El sonrió maliciosamente.

         - Probablemente no. Pero, oye, ¿no querías cometer una locura?

         Su aliento perfumado de whisky se mezcló con el de ella, y fue una sensación tan íntima que el calor inundó su cuerpo desde la raíz del cabello hasta los dedos de los pies. Entonces los labios de Booth cubrieron los suyos y Brennan ya no pudo pensar en nada más. No existía nada en el mundo fuera de aquella boca que presionaba firme pero dulcemente contra la suya, lamiendo y mordisqueándole el labio inferior, buscando con la lengua el contacto de la de ella y explorándola hasta dejarla sin aliento, mareada y con el corazón latiendo a un ritmo desbocado. Se agarró a sus anchos hombros, temiendo que se desplomaría sobre la escalinata de piedra si no se sujetaba a algo, y le devolvió el beso con la misma intensidad.

Se separaron cuando respirar se volvió imprescindible. Booth apoyó la frente en la de Brennan y permanecieron así durante unos momentos, con los ojos cerrados y tratando de recuperar el aliento. Probablemente acababan de poner en peligro la amistad más importante de sus vidas y la mejor relación de trabajo que ninguno de los dos había tenido jamás, pero para su asombro, Brennan descubrió que eso no le daba tanto miedo como había creído. Nada que la hiciera sentir tan bien podía ser un error. Eso seguro.

- Entonces, ¿estamos bien?- preguntó él en un susurro.

- Sí.

- ¿No te entrará el pánico cuando te pares a pensarlo?

- No.

- ¿Y si cambias de idea?

 La mujer se inclinó hacia atrás para mirarle.

- Si eso ocurriera, siempre podríamos echarle la culpa al whisky, ¿no?

- Pero tú no has bebido, Huesos.

         Ella sonrió lentamente, con una sonrisa de pura felicidad que hizo chispear sus ojos.

               - Ya lo sé.

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